Una de las principales estrategias de la economía social y solidaria (ESS) pasa por la construcción y fortalecimiento del mercado social, un circuito económico y de satisfacción de necesidades basado en los principios de la ESS.
Hemos hablado con las responsables de las comisiones del mercado social de la XES y REAS Red de Redes, Rubèn Suriñachs y Susana Ortega, respectivamente, para entender mejor algunos de los conceptos clave. También hemos contado con Guillem Subirachs, coordinador del Observatorio de las Finanzas Éticas, para adentrarnos en las sinergias positivas entre las finanzas éticas, el seguro ético y solidario y el mercado social.
Muy a menudo, desde las entidades y organizaciones que formamos parte de la ESS hablamos de mercado social y de la necesidad de impulsarlo y hacerlo crecer. Pero, ¿todas sabemos a qué nos estamos referimos?
El mercado social es el circuito económico y de satisfacción de necesidades dentro de las prácticas y los valores del ESS. «Es una gran red donde nos relacionamos personas, organizaciones y entidades de la economía solidaria en la cual priorizamos nuestras necesidades de compra escogiendo como proveedoras a otras entidades de la ESS». Así es como Susana Ortega, consejera del Mercado Social de REAS Red de Redes, describe el mercado social. Para Ortega, este circuito es una «gran comunidad desde donde se pueden satisfacer y desarrollar el máximo posible de relaciones e iniciativas socioeconómicas con los valores del ESS».
Para Rubèn Suriñach, técnico de la XES y responsable del Balanç Social, «la ESS debe de hacer realidad otras formas de vida, aunque esto comporte tener que convivir de manera conflictiva con el capitalismo, con las contradicciones que esto supone». Para el economista, es justamente en la estrategia de construcción del mercado social donde más se evidencia este conflicto para el conjunto de la economía solidaria.
El mercado social en ejemplos concretos
Hemos pedido a Rubèn Suriñach y a Susana Ortega si nos podían dar ejemplos concretos de prácticas donde se haga visible el mercado social. Para Ortega, el catálogo estatal de productos y servicios del mercado social refleja cada vez más alternativas de diferentes entidades que se suman a este circuito. En paralelo, la Auditoría Social es otra herramienta que refleja la intercooperación entre diferentes empresas, organizaciones y entidades de la ESS.
Por su lado, Rubèn Suriñach nos recuerda cuál ha sido la estrategia de algunas redes de economía del estado, como en Madrid o Aragón, donde se apostó por construir cooperativas integrales que agrupasen a consumidoras y productoras. De este modo se pretendía generar un mercado cerrado como espacio de consumo y producción donde todas las entidades y organizaciones cumpliesen con los criterios y valores de la ESS.
El economista también nos cuenta cómo, por otro lado, «la estrategia de la XES en Cataluña fue distinta y se basaba en crear un ecosistema de innovación y escalabilidad en ESS con diferentes actores que generan herramientas y recursos para potenciar el ecosistema». Entre estas herramientas destaca la Autoría Social y el Pam a Pam el mapa del mercado social en Cataluña.
Las finanzas y los seguros éticos como palanca del mercado social
De entrada, los vínculos entre mercado social y el ESS parecen claros, pero no debemos confundir un concepto con el otro. Susana Ortega nos recuerda que el circuito económico del mercado social se basa en los principios de la economía solidaria. «Así, el mercado social pone en el centro de la producción y el consumo de bienes y servicios, la equidad, el trabajo digno, la cooperación, la sostenibilidad ecológica, el reparto justo de la riqueza y el compromiso con el entorno, los principios de la economía solidaria.»
En esta línea, es importante situar el mercado social como un circuito económico en el cual conviven diferentes esferas, como por ejemplo la producción, la financiación, la comercialización y el consumo. Pero, como nos explica Rubèn Suriñach, es importante situar el mercado social estrictamente dentro de la esfera mercantil o del intercambio. Por otro lado, existen otras esferas, especialmente si atenemos las críticas formuladas desde la economía feminista y la economía basada en los comunes o el procomún, que se escapan del circuito del mercado social, como lo son los cuidados o la articulación de comunidades.
Las finanzas y los seguros éticos como palanca del mercado social
Desde el discurso de construcción del mercado social, entendemos las finanzas éticas y, por tanto, el seguro ético, como la esfera financiera de este circuito. Esto implica que «las finanzas éticas vayan más allá de un uso ético del dinero», opina Guillem Subirachs, coordinador del Observatorio de las Finanzas Éticas (FETS – Financiación Ética y Solidaria). Y es que las finanzas éticas «tienen un papel crucial en la articulación del mercado social, porque ayudan a impulsar y consolidar entidades de la ESS de sectores estratégicos como son, por ejemplo, la vivienda, la energía, la alimentación o los cuidados».
El coordinador del Observatorio, recuperando el hilo de Suriñach, también defiende la capacidad de las finanzas éticas de facilitar el acceso a la financiación y, por tanto, de ayudar a hacer posible los necesarios saltos de escala del mercado social. En paralelo, el economista vinculado a la XES opina que el sistema financiero ético «es fundamental para desarrollar esta intermediación financiera, ya que son las que garantizan los principios del mercado social y la ESS en la gestión de estos recursos».
En otras palabras, entendemos los seguros y las finanzas éticas no solo como una forma de practicar el consumo consciente o responsable, sino como una estrategia sociopolítica de construcción de un circuito de relaciones y de flujo económico y monetario que sitúa el bienestar de las comunidades y de los ecosistemas en el centro.
La emergencia climática y el agotamiento de los recursos fósiles han precipitado una transición energética con importantes implicaciones en los modelos de producción, distribución y consumo de la energía. Mientras las grandes empresas y los grupos financieros que han contribuido al calentamiento global están volcadas en controlar el sector de las renovables, ciudadanía, comunidades de vecinos, asociaciones y cooperativas están creando alianzas bajo el paraguas de las comunidades energéticas para desempeñar un rol protagonista en la producción y la distribución de la energía. ¿Qué papel pueden jugar las entidades de las finanzas éticas en la consolidación de un movimiento ciudadano basado en el empoderamiento, la propiedad colectiva y la democratización de la energía?
Clara Soler Roig y Albert Castillo i Sampedro*
Estos últimos años, la ciudadanía organizada, los grupos ecologistas, los movimientos sociales y la economía solidaria se están organizando para promover que la necesaria transición ecológica se haga siguiendo criterios de justicia social y democracia económica. Proponen que los cambios que debemos implementar como sociedad para que las actividades humanas no pongan en peligro la sostenibilidad del planeta deben ir en paralelo con la erradicación de la pobreza y las desigualdades sociales, situando la sostenibilidad de la vida como el objetivo prioritario.
Las comunidades energéticas son un ejemplo paradigmático de esta transición ecológica justa y democrática. Nacidas de la voluntad y determinación de grupos de personas para organizarse de forma democrática y autogestionada, proponen un sistema energético sostenible al servicio del bien común. Son propuestas colectivas basadas en la obtención de energía de una fuente de origen renovable para el autoconsumo. De este modo, las consumidoras pueden acceder a una energía limpia, de la cual son copropietarias, a un precio más justo.
El compromiso de la economía solidaria con las comunidades energéticas
Las comunidades energéticas comparten su ADN con el movimiento de la economía solidaria basado en la equidad, la sostenibilidad ecológica, la cooperación, el reparto justo de la riqueza y el compromiso con el entorno. No es casualidad que muchas de las iniciativas que promueven la creación de comunidades energéticas nazcan de cooperativas y entidades de la economía solidaria.
En Cataluña, Som Comunitats es una alianza entre siete entidades y cooperativas de la economía social y solidaria para fomentar la creación de comunidades energéticas desde los principios éticos y solidarios. Según Francesc Casadellà, miembro del equipo de Som Comunitats, “la transición energética no se basa solo en la descarbonización del sistema, sino que también queremos democratizar el acceso y el uso energético, apostando por una propiedad colectiva y no dejar a nadie fuera”. La plataforma ha acompañado a unas sesenta comunidades energéticas repartidas por toda la Península Ibérica, Baleares y Canarias. Actualmente, están trabajando para poder ayudar a la creación de más de 1.000 comunidades, una en cada municipio y barrio de Cataluña, a partir de este otoño.
En 2017, Som Energia, una de las 7 entidades impulsoras de Som Comunitats, creó, conjuntamente con Coop57 el Germinador Social, un concurso para estimular el “desarrollo de nuevos modelos de democratización de la energía y el empoderamiento social, la eficiencia energética y las energías renovables”, según Casadellà. A partir de 2020, los premios incluyeron una categoría dedicada a las comunidades energéticas. Desde entonces, 35 comunidades energéticas han participado y 13 han sido galardonadas.
En Barcelona, otro grupo de cooperativas y asociaciones de la economía social y solidaria se han agrupado en el proyecto BATEC, una iniciativa que tiene como objetivo ser a referente en la transición energética hacia un modelo sostenible, justo y democrático. “Impulsamos proyectos transformadores que presenten retos complejos que requieran la intercooperación para abordarlos”, comenta Gaia D’Elia, coordinadora de BATEC. Según la responsable, las comunidades energéticas son una herramienta fundamental para transformar el modelo energético, pero no la única: “Trabajamos con escuelas, cooperativas agrarias y otras entidades para promover la descarbonización y la ambientalización de los espacios donde vivimos, trabajamos o producimos.”
A nivel estatal, Unión Renovables, la unión de cooperativas de consumidoras y usuarias de energías renovables que aboga por un consumo responsable, un empoderamiento ciudadano y un modelo de gestión de la energía distribuida, también fomenta la creación de comunidades energéticas desde los principios de la cooperación y la ayuda mutua. Según Alfonso García Márquez, portavoz de Unión Renovables, la propuesta de las comunidades energéticas “encaja como un guante” con los objetivos de la entidad. Para García, el modelo cooperativo aporta las herramientas e instrumentos que necesitan las comunidades energéticas, ya que el cooperativismo “permite dotarnos de reglas y valores, con prácticas sociales de éxito.”
Otras finanzas para la transición ecológica
ara entender el papel de la economía solidaria, el cooperativismo y las finanzas éticas en la transición energética es fundamental reflexionar sobre la otra cara de la moneda. El sistema financiero convencional mantiene un papel central en la economía fósil y el calentamiento global. El informe Banking on Climate Chaos 2022, publicado por seis organizaciones no gubernamentales internacionales constata como las sesenta mayores entidades bancarias del mundo concedieron 4,6 billones de dólares en seis años al sector de los combustibles fósiles.
En paralelo, veinticuatro organizaciones de todo el mundo promovieron, en el marco de la campaña Insurance our Future, el estudio 2022 Scorecard on Insurance, Fossil Fuels and the Climate Emergency. El informe recoge cómo todavía grandes compañías aseguradoras y reaseguradoras dan cobertura a los riesgos asociados con la extracción de petróleo y gas, dos elementos clave en el calentamiento global.
Datos como estos demuestran cómo las entidades financieras convencionales, aunque están cambiando su foco de actividad e inversión hacia una economía ‘verde’, siguen apostando por inversiones que, como en la extracción de combustibles fósiles, buscan el máximo beneficio en el menor tiempo posible. En definitiva, son actores clave en armar un sistema económico y productivo totalmente desconectado de las necesidades reales del planeta, de las personas y de la economía real.
En contrapartida, existen otras finanzas basadas en criterios éticos, movidas por los valores de justicia y transformación, participativas, transparentes y que buscan financiar proyectos con importantes repercusiones sociales, culturales y medioambientales. Las finanzas éticas ya representan el 5% del PIB de toda la Unión Europea, como indica el primer informe Las Finanzas Éticas y Sostenibles en Europa, publicado por la Fondazione Finanza Etica y la Fundación Finanzas Éticas.
La economía solidaria tiene muy claro la necesidad de consolidar un ecosistema financiero al servicio del bien común controlado democráticamente, que redirija el flujo del crédito y la inversión hacia la resolución de las necesidades sociales y ambientales. Entidades cooperativas de las finanzas éticas como Fiare Banca Etica o Arç Cooperativa están demostrando que su actividad socioeconómica está al servicio de una transición ecológica justa y democrática en su conjunto y de las comunidades energéticas en particular.
Apoyando la parte financiera desde Fiare Banca Etica
Fiare Banca Etica como entidad cooperativa organizada desde la sociedad civil, comparte los principios de comunidad, democracia y ser una herramienta al servicio de la ciudadanía. En 2019 se presentó un primer centro educativo en Madrid que solicitaba un préstamo para la instalación de placas de autoconsumo en sus edificios y desde ese momento la cooperativa creó líneas de productos tanto para entidades como para particulares y sus comunidades energéticas para poder acompañarlos en este proceso de cambio.
En 2022, el banco participó financieramente con la puesta en marcha de la comunidad energética La Pablo Renovable, probablemente la comunidad de vecinas más grande de todo el Estado, en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid. El objetivo principal era generar un “barrio solar” que provea de energía más limpia a 504 hogares de más de diez comunidades que conforman la mancomunidad de Pablo Iglesias. Por otro lado, también hay particulares que en su condición individual dan el paso hacia el autoconsumo allí donde viven, y la cooperativa les apoya con la financiación de su instalación.
Asegurando la generación de energía limpia y democrática
Por su parte, Arç Cooperativa, correduría de seguros integrada en el grupo CAES, mantiene un compromiso explícito con la transición ecológica, justa y democrática, desarrollando productos y servicios para responder a las necesidades derivadas de la transición ecosocial. Esta apuesta llevó a la cooperativa a negociar con compañías y entidades aseguradoras productos para cubrir las necesidades específicas de las comunidades energéticas, que distan mucho de los riesgos de instalaciones convencionales de generación de energía renovable. En su oferta destaca un seguro colectivo de responsabilidad civil diseñado según las características y el crecimiento de las comunidades.
Una de las comunidades energéticas que forma parte de este seguro colectivo es EnHerKom, de la localidad guipuzcoana de Hernani, donde destaca la colaboración público-comunitaria para el impulso de la comunidad energética. Se trata de un proceso de democratización donde los movimientos sociales y la ciudadanía defienden la gestión colectiva en una alianza con el poder público para su consolidación. En el caso de la comunidad energética hernaniarra, el consistorio ha aportado recursos y ha jugado un papel fundamental como socio colaborador. Ahora bien, los responsables de la entidad recuerdan que “el ayuntamiento debe tener claro su papel como un socio más de la comunidad energética”.
En el barrio pamplonés de Mendillori encontramos otra asociación adherida al seguro colectivo, la comunidad energética Mendillorriko Komunitate Energetikoa ‘Kemendi’. Según la Junta Directiva de la asociación, las entidades financieras tradicionales les han brindado muy poca ayuda o incluso han dejado sin responder sus peticiones. Se trata de una situación que refleja la distancia entre estas entidades más convencionales y la ciudadanía organizada en proyectos transformadores.
El caso de ‘Kemendi’ es otro ejemplo de la alianza entre administraciones y ciudadanía. La asociación nació gracias a una iniciativa promovida desde la Agencia Energética del Ayuntamiento. Además, el consistorio navarro se ha comprometido a ceder parte de la potencia de una instalación fotovoltaica del barrio a la asociación.
A más de 2.000 kilómetros de Navarra, en la isla canaria de La Palma, un grupo de ciudadanas, pequeñas empresas y administraciones se han organizado alrededor de Energía Bonita, una comunidad energética que abarca toda la isla y que tiene como objetivo “conseguir que buena parte de la generación de energía sea de propiedad ciudadana”. Núria Albet Torres, presidenta de la asociación, asegura que tienen importantes retos, pero están convencidas de que el proyecto puede ser “una oportunidad de mejora de la calidad democrática de nuestro territorio”.
Comunidades energéticas y finanzas éticas, aliadas en la transformación
Las comunidades energéticas, con sus particularidades y puntos en común, han llegado para ser un instrumento al servicio de la ciudadanía que quiere dar el paso para construir un modelo de provisión de energía limpia. Ya sea en Hernani, Pamplona, la Palma, Madrid, Rivas Vaciamadrid o Barcelona, grupos de personas se están organizando no solo para conseguir generar este nuevo modelo de autoconsumo, sino que crean modelos basados en la horizontalidad y la recuperación de lazos comunitarios, dos características que compartimos las finanzas éticas y las comunidades energéticas en una sociedad que empuja hacia modelos individuales de maximización del beneficio.
Nuestra base común lleva a las entidades de las finanzas éticas a ponerse al servicio de las comunidades energéticas con el fin de prestar los servicios que puedan requerir y promover esta intercooperación para crecer y consolidar un modelo que aporta bienestar a la ciudadanía y al medioambiente. Paralelamente, hay grandes retos de trabajo como son el desconocimiento legal en el propio proceso y las trabas administrativas que grandes distribuidoras y comercializadoras ponen para retardar los procesos de conexión final. El camino será largo, pero estamos a tiempo de hacer las cosas mejor.
*Clara Soler Roig y Albert Castillo i Sampedro son los responsables de comunicación de Fiare Banca Etica y Arç Cooperativa – CAES, respectivamente.
Cuando compramos generamos un impacto que puede ser más o menos positivo para las personas, las comunidades y el medio ambiente. Analizamos algunas pistas para garantizar el impacto positivo de nuestro dinero y nuestro consumo.
Aumento de la temperatura del planeta, conflictos armados, crisis migratorias, escasez de recursos, extracción de combustibles fósiles, desperdicio alimentario, pobreza o desigualdad de género… La red y los medios de comunicación nos recuerdan a diario las consecuencias de la crisis social y ecológica que afrontamos como humanidad. Frente a esta avalancha de información, es normal sentirse abrumada y pensar que tenemos poca capacidad de influir en decisiones que, muy a menudo, se toman en despachos lejanos.
Sin embargo, todas tenemos un enorme poder como consumidoras. Como sostiene el colectivo Carro de Combate, “consumir es un acto político, ya que con nuestras compras diarias apoyamos a las empresas que están detrás de ellas.” Cuando compramos (o mejor aún, cuando no consumimos o lo hacemos de forma consciente) generamos un impacto que puede ser más o menos positivo para las personas, las comunidades y el medio ambiente. Reflexionar sobre qué tarjeta de crédito usamos al pagar, cómo se cultivaron los alimentos que comemos o en qué condiciones trabajan las personas que fabricaron nuestra ropa, y aplicar cambios en nuestros hábitos de consumo puede tener consecuencias muy diferentes para el medio ambiente y la sociedad.
Los sellos, herramientas para escoger de manera consciente
Pero llevar a la práctica un consumo más consciente (o responsable o crítico) cuando compramos bienes o servicios no siempre es fácil. El poco tiempo y energía que nos queda después de largas jornadas laborales en el trabajo y en casa no facilita tomarnos un descanso y reflexionar de manera crítica ante cada uno de los productos que necesitamos para nuestra vida cuotidiana.
Un ejemplo de herramientas fáciles de comprender y con un amplio recorrido son las certificaciones del comercio justo. Sellos como Fairtrade, Símbolo de Pequeños Productores, Naturland Fair, Faír for Life o World Fair Trade Organization permiten a las consumidoras escoger un producto con la garantía que las personas han trabajado bajo criterios de justicia social y sostenibilidad económica y ambiental. Además, nos brindan la seguridad de que la relación comercial internacional entre las consumidoras, las trabajadoras y las empresas está basada en el diálogo, la transparencia y el respeto.
A partir de las características de los sistemas de certificación del movimiento de comercio justo, el Observatorio de las Finanzas Éticas creó el sello EthSI (Ethical and Solidarity Based Insurance) hace más de quince años. El objetivo era identificar unos estándares e indicadores auditables por una comisión de control independiente que permitiera traducir los principios de transparencia, responsabilidad y respeto por el territorio, y las inversiones con un impacto social y ambiental positivo dentro del sector asegurador. De este modo, se buscó facilitar la práctica del consumo consciente a la hora de contratar un seguro a través de la creación de un logo fácilmente reconocible.
El sello EthSI, una herramienta contra la opacidad de los seguros
¿Por qué es importante la existencia de un sello como EthSI? Mientras que muchas estamos familiarizadas con las malas prácticas de las entidades bancarias como las participaciones preferentes, las hipotecas sub-prime o la acumulación de pisos vacíos procedentes de desahucios, los seguros son probablemente el sector más opaco y desconocido del sistema financiero.
A pesar de estar fuera del foco mediático, se estima que la facturación del sector asegurador en España representa más del 10% del producto interior bruto del país. En otras palabras, “el sector asegurador español factura más que los veinte países más pobres de África”, como recoge Gerardo Santos en El negocio de los seguros: la sombra y la ética.
Además, las compañías de seguros, como gestoras de riesgos, son las responsables de dar cobertura a proyectos de extracción de carbón, petróleo y gas sin las que su actividad sería impracticable. La campaña internacional Insurance Our Future señala estas malas praxis e insta a las principales compañías aseguradoras a dejar de gestionar y dar cobertura a los altos riesgos asociados a la extracción de combustibles fósiles.
EthSI y las buenas prácticas del seguro ético
Desde hace años, el Barómetro de las Finanzas Éticas ha recopilado algunas de las buenas prácticas del sector asegurador ético. Por poner algunos ejemplos, en las corredurías de seguro acreditadas con el sello EthSI, el 55% de los cargos directivos están ocupados por mujeres, en comparación con el 30% en las entidades convencionales. En cuanto a la igualdad salarial en las corredurías éticas, la diferencia entre los sueldos más altos y más bajos de las plantillas se sitúa por debajo de 1 sobre 4 de media.
En términos de inversión, las entidades acreditadas con la certificación EthSI han incorporado criterios éticos de control. En lugar de financiar empresas armamentistas, vinculadas a los combustibles fósiles o a los juegos de azar, deben demostrar que sus inversiones repercuten positivamente en las personas, las comunidades y el territorio. La inversión con este criterio superó los 3.000 millones de euros el 2022. Además, el 70% de las entidades registradas consumen toda su energía de fuentes de origen renovable.
En resumen, el sello EthSI es una herramienta que nos permite conocer el grado de transparencia y buenas prácticas de las corredurías, las mutualidades y las compañías de seguros. De este modo, las consumidoras podemos adquirir un seguro que se ajuste mejor a nuestros valores. Así, al escoger un seguro con una entidad certificada contribuimos a revertir la especulación financiera, frenar la industria armamentista, promover los valores de la economía social y solidaria y recuperar la función social del seguro.
Hoy en día, el consumo se ha convertido en un acto cotidiano y a menudo necesario para vivir. Consumimos cuando compramos los alimentos que comemos, cuando encendemos la luz, cuando calentamos nuestro hogar o cuando pagamos con una tarjeta de crédito en una tienda.
Pero el consumo no es un acto neutral. Impacta en el medio ambiente y en las personas de la empresa que hay detrás del bien o servicio que compramos. Por eso, cada vez más personas adoptamos decisiones de consumo consciente para vivir en consonancia con nuestros valores y principios.
El consumo consciente
Por consumo consciente nos referimos a aquellos actos de consumo que realizamos para satisfacer unanecesidad real después de habernos informado de las diferentes opciones que tenemos, escogiendo la que tiene un menor impacto ambiental y un mayor impacto social. Comer productos locales y de temporada, movernos en transporte público o en bici y compartir y reutilizar son algunos ejemplos.
Si queremos consumir de manera más consciente, las entidades que promueven un consumo responsable y crítico como Opcions proponen seguir tres claves [1]:
Consumir menos: replantearnos nuestras necesidades, reparar siempre que sea posible y no consumir si no es estrictamente necesario.
Consumir sin comprar: intercambiar bienes y servicios y practicar el préstamo o el alquiler para reforzar los lazos comunitarios y la acción colectiva.
Comprar con criterio: cuando la compra es inevitable, intentaremos conocer el tipo de empresa y las características del bien o servicio para favorecer aquellas iniciativas con un impacto más positivo hacia las personas, la sociedad y el medio-ambiente.
Comprar con criterio supone empoderarnos como consumidoras y ser conscientes de cuál es la huella ambiental y social que dejan nuestras decisiones de consumo. Y es que, como defiende el colectivo Carro de Combate «consumir es un acto político, ya que con nuestras compras cotidianas estamos apoyando a las empresas que hay detrás.» [2]
Existe Me Cambio, una página web promovida por la economía solidaria y los mercados sociales que da acceso a soluciones de consumo en algunos sectores importantes de la economía, que recoge proyectos de todos los sectores de actividad de la economía solidaria para facilitar el consumo responsable, consciente y crítico.
El consumo consciente en el sector financiero
Inversión en armamento, participaciones preferentes, rescates bancarios, hipotecas sub-prime, acumulación de pisos vacíos procedentes de desahucios, greenwashing… Hace muchos años que el sector financiero tradicional se está ganando a pulso la desconfianza de la ciudadanía.
Ante esta realidad, ¿cómo podemos depositar nuestros ahorros, pagar con tarjeta de crédito o contratar un seguro siguiendo unos criterios críticos y responsables?
Por suerte, existe un amplio ecosistema de finanzas éticas y solidarias. Son iniciativas que van desde proyectos de ahorro comunitario a cooperativas de servicios financieros o entidades bancarias, entre muchas otras. Para facilitar la búsqueda, FETS, Financiación Ética y Solidaria creó Dinero ético, un catálogo con un amplio abanico de productos y servicios que ofrecen las entidades que operan en el sector de las finanzas éticas. Y es que, como dice Aitziber Mugarra, profesora e investigadora de la Universidad de Deusto, «el dinero per se no es malo, lo es en todo caso el uso social que se hace de él». [3]
Todas las entidades de las finanzas éticas son “prácticas de intermediación financiera que combinan la rentabilidad social y la gestión democrática y transparente“. [4] En otras palabras, son entidades que trabajan con nuestro dinero y que se basan en criterios éticos, que incorporan valores como la participación y la transparencia y que velan por el bienestar social y ambiental. En el Estado español, casi 200.000 personas ya son usuarias de proyectos de entidades bancarias y para-bancarias de las finanzas éticas. [5]
El sello EthSI, un antídoto contra la opacidad del sector asegurador
Dentro del ámbito financiero, los seguros son, probablemente, el sector más opaco y desconocido. Situado fuera del foco mediático, se calcula que la facturación del sector supera el 5% del producto interior bruto del Estado español. En otras palabras, «el sector asegurador español factura más que los veinte países más pobres de África.» [6]
Estos beneficios millonarios a menudo provienen de la inversión, ya que las compañías aseguradoras tienen músculo financiero para invertir grandes cantidades de dinero. Con estas inversiones, que solo en el Estado español superan los 300.000 millones de euros, las entidades a menudo buscan la máxima rentabilidad. [5] Esto lleva muchas compañías aseguradoras a fijarse en negocios poco éticos y cuestionables. El 2020, el Centro Delàs de Estudios por la Paz identificó 24 aseguradoras que operan en el Estado español vinculadas con la industria armamentista. [7]
Con el objetivo de reivindicar una mirada ética y una voluntad transformadora que ya teníamos incorporadas algunas corredurías y entidades aseguradoras, el 2007 el Observatorio de las Finanzas Éticas, un espacio promovido y coordinado por FETS, creó el sello EthSI (Ethical and Solidarity Based Insurance). Esta certificación nos permite identificar aquellas entidades más transparentes, que disponen de políticas de responsabilidad hacia la comunidad y el territorio y políticas de inversiones con un impacto positivo en la economía y el medio-ambiente. De este modo, el sello permite avanzar en el despliegue del seguro ético y solidario.
Las buenas prácticas del seguro ético
El Barómetro de las Finanzas Éticas recoge algunas de las buenas prácticas del sector asegurador ético. Por poner solo algunos ejemplos, en las entidades acreditadas con el sello EthSI, el 55% de los cargos directivos están ocupados por mujeres, cifra que disminuye hasta el 30% en las entidades convencionales. En el caso de la igualdad salarial en las corredurías éticas – la diferencia entre los sueldos más alto y más bajo de una plantilla – se sitúa por debajo de 1 sobre 4 de media. [5]
En cuanto a las inversiones, las entidades de seguros acreditados han incorporado criterios éticos de control. De este modo, en lugar de invertir en empresas armamentistas o vinculadas a los combustibles fósiles o a los juegos de azar, se buscan inversiones que repercutan positivamente en las personas, las comunidades y el territorio.
En el caso de CAES, las corredurías de seguros SERYESy Arç Cooperativa son actualmente las dos entidades mediadoras de seguros certificadas con el máximo grado de aplicación del sello EthSI. Esto significa que un comité evaluador independiente ha comprobado que tenemos una responsabilidad hacia la comunidad y el territorio; unas prácticas de equidad y transparencia; una responsabilidad económica, ambiental y laboral; una gobernanza democrática; que funcionamos según un criterio ético; que somos entidades usuarias de la banca ética; y que tenemos una política de inversiones responsable y ética.
En resumen, el sello EthSI es una herramienta que nos permite conocer el grado de transparencia y buenas prácticas de las corredurías, las mutualidades y las compañías de seguros. De este modo, las consumidoras podemos adquirir un seguro que se ajuste a nuestros valores. Así, al escoger un seguro con una entidad certificada contribuimos a revertir la especulación financiera, frenar la industria armamentista, promover los valores de la economía social y solidaria y recuperar la función social del seguro.
[5] Observatori de les Finances Ètiques (2022): «Baròmetre de les Finances Ètiques 2021. Una radiografia del sector a l’Estat espanyol» https://fets.org/observatori/barometre/
Hace años que desde las Finanzas Éticas y la Economía Social y Solidaria (ESS) reivindicamos la Compra Pública Responsable (CPR) como una palanca de transformación que permite incorporar pautas del consumo consciente dentro de las administraciones. ¿Puede el sello EthSI de gestión ética y solidaria del sector asegurador convertirse en un aliado de estas prácticas más sostenibles y respetuosas?
“Una gran desconocida y una herramienta muy potente”. Así describían la CPR Amanda Ortega y Onditz Portabella, técnicas de Opcions especializadas en este ámbito, en un reportaje publicado el 2020. ¡Y no es para menos! Se calcula que la compra de bienes y servicios por parte de las administraciones públicas supone el 14% del PIB del estado español. Una cifra que podría ascender hasta el 20%, según algunos estudios.
Actualmente, la Ley de Contratos del Sector Público 9/2017 (LCSP) supone un marco legal favorable para la CPR, ya que obliga a las administraciones a “incorporar de manera transversal y preceptiva criterios sociales y ambientales, siempre y cuando guarde relación con el objeto del contrato.” En otras palabras, las personas técnicas y políticas están obligadas, por ley, a tener en cuenta criterios sociales y ambientales en los procesos de contratación pública.
El conjunto de la ESS y las Finanzas Éticas tenemos muy claro que este nuevo marco legal y la incorporación de estos criterios en la contratación pública supone una gran oportunidad si queremos avanzar hacia una sociedad más solidaria y respetuosa con las personas y el medio ambiente. Al fin y al cabo, la ciudadanía tenemos el derecho (y el deber) de pedir una rendición de cuentas a las administraciones públicas, fiscalizar los contratos que se hacen con el dinero público (nuestro dinero) y exigir a las personas responsables un claro compromiso con la sostenibilidad.
Además, la CPR implica una coyuntura favorable para la ESS. Tenemos una ventana para reivindicarnos como una red de empresas y organizaciones que ofrecemos bienes y servicios de calidad (también) para las administraciones, siempre poniendo el cuidado de las personas y los ecosistemas en el centro de nuestras actividades económicas.
¿Somos capaces de imaginarnos un pequeño porcentaje de la quinta parte del PIB que supone la compra pública circulando dentro de los mercados sociales? ¿Qué cambios radicales supondría para la sociedad? ¿Y si aspiramos a que una pequeña parte de este dinero sirva de motor para proyectos transformadores, solidarios y sostenibles?
La ESS ha sido capaz de articular un sistema integral de Finanzas Éticas que abarca los servicios bancarios, el crédito, los seguros y un conjunto de instrumentos de divulgación, educación y validación las prácticas financieras éticamente orientadas.
¿Y los seguros éticos y solidarios? ¿Qué instrumentos ya existentes podemos poner a disposición que permitan al sector público llevar a cabo un consumo más consciente y responsable? Onditz Portabella nos recordaba en el blog Me Cambio (El Salto) que si la CPR se complica, debemos hacerla más fácil. Por suerte, los seguros éticos y solidarios ya disponemos de una herramienta útil y con un largo recorrido que sirve para identificar las buenas prácticas dentro del sector asegurador: el sello EthSI.
Este sello es un certificado con más de una década de trayectoria. El 2008 el Observatorio de las Finanzas Éticas (promovido por FETS) desarrolló esta certificación y desde entonces un comité independiente formado por personas expertas vinculadas a la ESS y la sociedad civil evalúa si distintas entidades y productos disponen de los requisitos para ostentar el distintivo. Los aspectos que el comité tiene en cuenta están relacionados con el comportamiento ético de las organizaciones, la responsabilidad social, la inversión ética, así como la transparencia y su vinculación con la ESS y con entidades de las Finanzas Éticas, entre otros.
En 2020, algunos ayuntamientos catalanes como Monistrol de Calders (Barcelona) o Capafonts (Tarragona) ya contrataron seguros gestionados éticamente a través de contratos menores. Pero no ha sido hasta finales de 2021 que una administración pública, en este caso el Ayuntamiento de Mataró, ha incorporado el sello EthSI como un criterio puntuable en dos licitaciones. A finales de febrero se notificó la resolución de los contratos públicos en los que la gestión ética y solidaria de los servicios de seguro ha sido determinante. Arç Cooperativa, parte del proyecto de intercooperación para la promoción del seguro ético CAES, será la correduría que gestionará estos contratos.
Esta apuesta se trata de una petición histórica del sello EthSI que pedía “incorporar más allá de los criterios técnicos, criterios éticos, sociales y ambientales” puntuables en las pautas de adjudicación. Desde el Observatorio de las Finanzas Éticas, se valora este hecho como un hito para una certificación nacida de la sociedad civil organizada. “Que el distintivo sirva para fomentar el consumo responsable dentro de las administraciones públicas y contribuya a dar mayor coherencia en las políticas es una muy buena noticia”, declara Sergi Salavert, coordinador del sello.
Al fin y al cabo, lo que demuestra esta resolución es que, con la voluntad política necesaria, se pueden poner en valor aspectos éticos, sociales y ambientales en las pautas de adjudicación de un contrato de seguro durante la elaboración de un concurso público.
Si reivindicamos unos seguros gestionados éticamente y promovemos que personas, entidades y organizaciones practiquen un consumo consciente cuando escojan un producto y entidad aseguradora, podemos exigir que la administración pública tenga en cuenta estos mismos criterios para el desarrollo de proyectos de contratación.
Seguros gestionados éticamente para un proyecto social y cooperativo
Otro de los aspectos más relevantes de la resolución de estas dos licitaciones del Ayuntamiento de Mataró es que supone el broche final a un círculo virtuoso entre administraciones públicas, ciudadanía, ESS y empresas mercantiles dispuestas a avanzar en materia de sostenibilidad social y ambiental.
Los seguros adjudicados corresponden al proyecto Lloguem! Yes, We Rent!. Se trata de una iniciativa impulsada por el consistorio catalán para la promoción de la vivienda de alquiler asequible en la ciudad. Con este proyecto, el ayuntamiento hace de puente entre personas propietarias e inquilinas, organizadas a través de Bloc Cooperatiu, la primera cooperativa de inquilinas de Europa, facilitando la rehabilitación de fincas antiguas, estableciendo mecanismos de seguridad para el cobro de los alquileres e incidiendo en el mercado de alquiler de la localidad promoviendo unos precios más asequibles.
El proceso de creación de la cooperativa de inquilinas ha contado con el acompañamiento de otras entidades referentes de la ESS y el cooperativismo, como la Fundació Unió de Cooperadores de Mataró, el Colectivo Ronda o la cátedra de Economía Social del TecnoCampus.
El Ayuntamiento de Mataró ha demostrado como una administración puede ejercer de agente económico tejiendo redes entre empresas y entidades de la ESS, ciudadanía y empresas convencionales a través de políticas públicas que tengan como objetivo el bienestar de la ciudadanía.
Por su parte, las entidades de las Finanzas Éticas, en este caso Arç Cooperativa, nos integramos como un elemento más este engranaje formado por la ciudadanía organizada, la ESS y la administración para promover una vivienda de alquiler asequible a través de una gestión ética y solidaria de los seguros a partir de criterios de CPR.
Como defendían Portabella y Ortega, la CPR supone un cambio de paradigma para que la “contratación pública ocupe el lugar que le corresponde como un instrumento político para el logro de la sostenibilidad económica, social y ambiental”. De este modo, se estable una coherencia entre la gestión de las decisiones de contratación y los objetivos de política pública.
Como reconoce Luigi Carinci, consejero de Contratación Pública de REAS Red de Redes, “esta inclusión de criterios éticos representa un avance significativo hacia una contratación más responsable y un hito en la toma en consideración de la certificación EthSI como referencia para la administración”.
Más allá de estar orgullosas de este hito, las entidades de las Finanzas Éticas y la ESS tenemos la obligación de leer esta noticia como una nueva oportunidad. Debemos seguir trazando estrategias de difusión y sensibilización y mantener nuestra apuesta formativa en el mayor número de ámbitos posibles.
Si los seguros éticos son una palanca de cambio y existe una oportunidad de impulsarlos a través de la CPR es nuestra responsabilidad liderar esta lucha para que las instituciones públicas, conscientes de su papel como agente socioeconómico, pongan en marcha políticas activas con carácter transformador. Al fin y al cabo, se trata de fortalecer una economía solidaria que sitúe a las personas, las comunidades y el territorio en el centro del circuito económico como única alternativa viable hacia la sostenibilidad.
Hace unos meses, un medio de comunicación especializado en seguros contactó con Arç Cooperativa. Estaban preparando un reportaje sobre corredurías sostenibles y querían entrevistar a Arç Cooperativa como una de las corredurías de seguros de referencia en materia de sostenibilidad.
A raíz de este contacto, y de las reflexiones posteriores, nos surgió la necesidad de compartir algunas consideraciones desde una mirada crítica y denunciar la práctica del greenwashing en el mundo asegurador.
Nuestra apuesta por la sostenibilidad forma parte del sistema de valores que integran una estrategia por la transformación social, política y económica.
La sostenibilidad es un marco de referencia de nuestra acción productiva, pero hay que entenderla en todas sus dimensiones. Por un lado, trabajamos por la sostenibilidad social a través de la intercooperación con movimientos sociales y entidades, promoviendo puestos de trabajo de calidad y mejorando las condiciones de convivencia de nuestro entorno social y cultural.
Por otro lado, en la dimensión ambiental, estamos ajustando progresivamente el consumo de la cooperativa a las posibilidades de nuestro ecosistema. Apostamos por una reducción de nuestro impacto, especialmente aquel relacionado con el consumo de energía, consumibles, comunicaciones y movilidad.
Defendemos que la sostenibilidad desde una mirada amplia no es posible sin una transición ecosocial que situé las necesidades de las personas y los ecosistemas en el centro y que ponga la economía al servicio del bien común. La crisis ecológica es una consecuencia de un sistema extractivo basado en la ilusión de un crecimiento sin límites en un sistema global limitado.
Un compromiso que nos define
Una de las preguntas, y que desencadenó parte de nuestra reflexión, fue en qué medida nuestro compromiso con la sostenibilidad ayuda a nuestro negocio. Y este es el quid de la cuestión.
Desde CAES no nos planteamos de qué manera nuestra apuesta nos puede beneficiar como empresa. Como todas las entidades de la economía social y solidaria, no entendemos nuestra actividad económica si no está orientada a mejorar las condiciones de vida de las personas y las comunidades en un sistema sostenible.
Por este motivo, nuestra acción comercial no se centra en vender seguros de forma tradicional. Preferimos invitar a las personas, entidades y colectivos a formar parte de un proyecto transformador alineado con el movimiento de las finanzas éticas desde la práctica del consumo consciente.
CAES y los ODS
La periodista también nos preguntó qué medidas hemos tomado para adaptarnos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Esto nos hizo dar cuenta como muchas entidades han tenido que realizar cambios estructurales (o superficiales) para cumplir estos objetivos (o comunicar que lo hacen).
Los elementos centrales de los ODS – la lucha contra la exclusión y contra la destrucción del hábitat, el compromiso con la paz o la educación y la generación de trabajo y economía sostenible – forman parte de nuestro proyecto desde nuestros inicios y se concretan día a día a través de estrategias y prácticas socioempresariales.
Cada año, Arç Cooperativa y SERYES elaboramos y publicamos el informe del Balance Social que gestiona e impulsa REAS Red de Redes. Esta auditoría valida las prácticas de las empresas en relación con diferentes ejes como el funcionamiento económico, la política de lucro, la perspectiva de género, la equidad y la democracia interna, la sostenibilidad ambiental, el compromiso social, la cooperación y la calidad de los puestos de trabajo.
Si los valores no se convierten en prácticas cotidianas, no saldrán nunca de la retórica del comunicado, el marketing y la publicidad.
Hoy por hoy, los ODS no dejan de ser una declaración de intenciones para una sociedad en un sistema económico a la deriva en el cual la vida está supeditada a los intereses del capital. Ahora bien, creemos que una ciudadanía responsable y crítica puede ser exigente en la aplicación de estos objetivos y rechazarlos como una práctica de greenwashing.
La sostenibilidad como manera de ser
Otra de las preguntas que nos hicieron reflexionar fue si es complicado ser una correduría comprometida con la sostenibilidad. Al mismo tiempo, la periodista preguntaba como valoran nuestros clientes esta apuesta.
Las corredurías que formamos parte del proyecto CAES nos basamos en una serie de valores y estamos orientadas a la generación de excedentes económicos y sociales. Desde este punto de partida, no planteamos la sostenibilidad como una estrategia, sino como una manera de ser y actuar.
Para nosotras, lo realmente complicado es imaginar y desarrollar una organización democrática y un modelo empresarial alejado de los esquemas tradicionales. Queremos ser referentes en el sector financiero como empresas democráticas, éticas y solidarias. Nos inspiran los valores históricos del cooperativismo y las nuevas formas de organización de los movimientos sociales transformadores.
Por todo esto, no queremos que nuestros clientes valoren una determinada apuesta por una serie de compromisos. El que buscamos es compartir la misma visión transformadora con nuestra base social.
En otras palabras, no necesitamos campañas de lavado de imagen. Nuestra manera de hacer y actuar son la mejor campaña para promover nuestros valores como cooperativa. Estamos orgullosas de poder afirmar que, a pesar de nuestras contradicciones y dificultades, defendemos unos valores que ponemos en práctica en el día a día.
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