Una de las principales estrategias de la economía social y solidaria (ESS) pasa por la construcción y fortalecimiento del mercado social, un circuito económico y de satisfacción de necesidades basado en los principios de la ESS.
Hemos hablado con las responsables de las comisiones del mercado social de la XES y REAS Red de Redes, Rubèn Suriñachs y Susana Ortega, respectivamente, para entender mejor algunos de los conceptos clave. También hemos contado con Guillem Subirachs, coordinador del Observatorio de las Finanzas Éticas, para adentrarnos en las sinergias positivas entre las finanzas éticas, el seguro ético y solidario y el mercado social.
Muy a menudo, desde las entidades y organizaciones que formamos parte de la ESS hablamos de mercado social y de la necesidad de impulsarlo y hacerlo crecer. Pero, ¿todas sabemos a qué nos estamos referimos?
El mercado social es el circuito económico y de satisfacción de necesidades dentro de las prácticas y los valores del ESS. «Es una gran red donde nos relacionamos personas, organizaciones y entidades de la economía solidaria en la cual priorizamos nuestras necesidades de compra escogiendo como proveedoras a otras entidades de la ESS». Así es como Susana Ortega, consejera del Mercado Social de REAS Red de Redes, describe el mercado social. Para Ortega, este circuito es una «gran comunidad desde donde se pueden satisfacer y desarrollar el máximo posible de relaciones e iniciativas socioeconómicas con los valores del ESS».
Para Rubèn Suriñach, técnico de la XES y responsable del Balanç Social, «la ESS debe de hacer realidad otras formas de vida, aunque esto comporte tener que convivir de manera conflictiva con el capitalismo, con las contradicciones que esto supone». Para el economista, es justamente en la estrategia de construcción del mercado social donde más se evidencia este conflicto para el conjunto de la economía solidaria.
El mercado social en ejemplos concretos
Hemos pedido a Rubèn Suriñach y a Susana Ortega si nos podían dar ejemplos concretos de prácticas donde se haga visible el mercado social. Para Ortega, el catálogo estatal de productos y servicios del mercado social refleja cada vez más alternativas de diferentes entidades que se suman a este circuito. En paralelo, la Auditoría Social es otra herramienta que refleja la intercooperación entre diferentes empresas, organizaciones y entidades de la ESS.
Por su lado, Rubèn Suriñach nos recuerda cuál ha sido la estrategia de algunas redes de economía del estado, como en Madrid o Aragón, donde se apostó por construir cooperativas integrales que agrupasen a consumidoras y productoras. De este modo se pretendía generar un mercado cerrado como espacio de consumo y producción donde todas las entidades y organizaciones cumpliesen con los criterios y valores de la ESS.
El economista también nos cuenta cómo, por otro lado, «la estrategia de la XES en Cataluña fue distinta y se basaba en crear un ecosistema de innovación y escalabilidad en ESS con diferentes actores que generan herramientas y recursos para potenciar el ecosistema». Entre estas herramientas destaca la Autoría Social y el Pam a Pam el mapa del mercado social en Cataluña.
Las finanzas y los seguros éticos como palanca del mercado social
De entrada, los vínculos entre mercado social y el ESS parecen claros, pero no debemos confundir un concepto con el otro. Susana Ortega nos recuerda que el circuito económico del mercado social se basa en los principios de la economía solidaria. «Así, el mercado social pone en el centro de la producción y el consumo de bienes y servicios, la equidad, el trabajo digno, la cooperación, la sostenibilidad ecológica, el reparto justo de la riqueza y el compromiso con el entorno, los principios de la economía solidaria.»
En esta línea, es importante situar el mercado social como un circuito económico en el cual conviven diferentes esferas, como por ejemplo la producción, la financiación, la comercialización y el consumo. Pero, como nos explica Rubèn Suriñach, es importante situar el mercado social estrictamente dentro de la esfera mercantil o del intercambio. Por otro lado, existen otras esferas, especialmente si atenemos las críticas formuladas desde la economía feminista y la economía basada en los comunes o el procomún, que se escapan del circuito del mercado social, como lo son los cuidados o la articulación de comunidades.
Las finanzas y los seguros éticos como palanca del mercado social
Desde el discurso de construcción del mercado social, entendemos las finanzas éticas y, por tanto, el seguro ético, como la esfera financiera de este circuito. Esto implica que «las finanzas éticas vayan más allá de un uso ético del dinero», opina Guillem Subirachs, coordinador del Observatorio de las Finanzas Éticas (FETS – Financiación Ética y Solidaria). Y es que las finanzas éticas «tienen un papel crucial en la articulación del mercado social, porque ayudan a impulsar y consolidar entidades de la ESS de sectores estratégicos como son, por ejemplo, la vivienda, la energía, la alimentación o los cuidados».
El coordinador del Observatorio, recuperando el hilo de Suriñach, también defiende la capacidad de las finanzas éticas de facilitar el acceso a la financiación y, por tanto, de ayudar a hacer posible los necesarios saltos de escala del mercado social. En paralelo, el economista vinculado a la XES opina que el sistema financiero ético «es fundamental para desarrollar esta intermediación financiera, ya que son las que garantizan los principios del mercado social y la ESS en la gestión de estos recursos».
En otras palabras, entendemos los seguros y las finanzas éticas no solo como una forma de practicar el consumo consciente o responsable, sino como una estrategia sociopolítica de construcción de un circuito de relaciones y de flujo económico y monetario que sitúa el bienestar de las comunidades y de los ecosistemas en el centro.
Defendemos que la cooperación y el trabajo en red con las redes de economía solidaria es la mejor manera de promover unos seguros basados en la transparencia, la responsabilidad social y ambiental y unas inversiones sostenibles y responsables.
¿Por qué un seguro ético y qué tipos de opciones existen?
Desde CAES entendemos el seguro ético y solidario como un instrumento social basado en tres principios: la mutualidad, la equidad y la transparencia.
En otras palabras, el seguro debe ser un instrumento colectivo al servicio de la comunidad y asequible para todas las personas. Además, debe partir de un pacto entre iguales, sin abusos ni cláusulas injustas, discriminatorias o ambiguas.
Es importante recordar que el seguro ético y solidario reporta unos beneficios sociales que deben aflorar e introduce en el mercado asegurador las prácticas propias de la finanza ética.
Gracias al sello EthSI, cuando una cooperativa, organización o empresa de la economía solidaria contacta con nosotras, sabe que nuestras prácticas socioempresariales están alineadas con los valores de la economía solidaria. Además, siempre priorizaremos productos aseguradores de entidades y compañías aseguradoras que también dispongan la certificación EthSI.
¿Cómo contribuye CAES y los seguros éticos a la Economía Solidaria?
Desde CAES trabajamos para que el seguro forme parte de un sistema integral de las finanzas éticas, al lado de la banca y el crédito. Por este motivo, somos parte activa de la Mesa de las Finanzas Éticas de REAS Red de Redes.
El seguro ético forma parte de la estrategia de articulación del mercado social y de nuestra apuesta por una economía que sitúe a las personas, las comunidades y los ecosistemas al centro. Se trata de una herramienta más para consolidar un ecosistema financiero democrático, horizontal y participativo que esté al servicio de la transformación social y ambiental.
Habéis colaborado con la organización de Idearia porque….
Esta no es la primera vez que colaboramos con Idearia o con otros encuentros impulsados por las redes de economía solidaria. Entendemos que eventos de este tipo son imprescindibles para poder compartir aprendizajes, conocernos más allá de la pantalla y generar dinámicas que repercutan positivamente en la economía transformadora.
Al fin y al cabo, el seguro ético y solidario es una herramienta que nos permite cultivar las redes de economía solidaria. Por lo tanto, estamos encantadas en movilizar recursos financieros para ayudar a hacer posible un encuentro como Idearia, que, además, en esta edición se centrará en el trabajo digno, uno de los pilares de la economía solidaria y de nuestro proyecto de intercooperación.
La emergencia climática y el agotamiento de los recursos fósiles han precipitado una transición energética con importantes implicaciones en los modelos de producción, distribución y consumo de la energía. Mientras las grandes empresas y los grupos financieros que han contribuido al calentamiento global están volcadas en controlar el sector de las renovables, ciudadanía, comunidades de vecinos, asociaciones y cooperativas están creando alianzas bajo el paraguas de las comunidades energéticas para desempeñar un rol protagonista en la producción y la distribución de la energía. ¿Qué papel pueden jugar las entidades de las finanzas éticas en la consolidación de un movimiento ciudadano basado en el empoderamiento, la propiedad colectiva y la democratización de la energía?
Clara Soler Roig y Albert Castillo i Sampedro*
Estos últimos años, la ciudadanía organizada, los grupos ecologistas, los movimientos sociales y la economía solidaria se están organizando para promover que la necesaria transición ecológica se haga siguiendo criterios de justicia social y democracia económica. Proponen que los cambios que debemos implementar como sociedad para que las actividades humanas no pongan en peligro la sostenibilidad del planeta deben ir en paralelo con la erradicación de la pobreza y las desigualdades sociales, situando la sostenibilidad de la vida como el objetivo prioritario.
Las comunidades energéticas son un ejemplo paradigmático de esta transición ecológica justa y democrática. Nacidas de la voluntad y determinación de grupos de personas para organizarse de forma democrática y autogestionada, proponen un sistema energético sostenible al servicio del bien común. Son propuestas colectivas basadas en la obtención de energía de una fuente de origen renovable para el autoconsumo. De este modo, las consumidoras pueden acceder a una energía limpia, de la cual son copropietarias, a un precio más justo.
El compromiso de la economía solidaria con las comunidades energéticas
Las comunidades energéticas comparten su ADN con el movimiento de la economía solidaria basado en la equidad, la sostenibilidad ecológica, la cooperación, el reparto justo de la riqueza y el compromiso con el entorno. No es casualidad que muchas de las iniciativas que promueven la creación de comunidades energéticas nazcan de cooperativas y entidades de la economía solidaria.
En Cataluña, Som Comunitats es una alianza entre siete entidades y cooperativas de la economía social y solidaria para fomentar la creación de comunidades energéticas desde los principios éticos y solidarios. Según Francesc Casadellà, miembro del equipo de Som Comunitats, “la transición energética no se basa solo en la descarbonización del sistema, sino que también queremos democratizar el acceso y el uso energético, apostando por una propiedad colectiva y no dejar a nadie fuera”. La plataforma ha acompañado a unas sesenta comunidades energéticas repartidas por toda la Península Ibérica, Baleares y Canarias. Actualmente, están trabajando para poder ayudar a la creación de más de 1.000 comunidades, una en cada municipio y barrio de Cataluña, a partir de este otoño.
En 2017, Som Energia, una de las 7 entidades impulsoras de Som Comunitats, creó, conjuntamente con Coop57 el Germinador Social, un concurso para estimular el “desarrollo de nuevos modelos de democratización de la energía y el empoderamiento social, la eficiencia energética y las energías renovables”, según Casadellà. A partir de 2020, los premios incluyeron una categoría dedicada a las comunidades energéticas. Desde entonces, 35 comunidades energéticas han participado y 13 han sido galardonadas.
En Barcelona, otro grupo de cooperativas y asociaciones de la economía social y solidaria se han agrupado en el proyecto BATEC, una iniciativa que tiene como objetivo ser a referente en la transición energética hacia un modelo sostenible, justo y democrático. “Impulsamos proyectos transformadores que presenten retos complejos que requieran la intercooperación para abordarlos”, comenta Gaia D’Elia, coordinadora de BATEC. Según la responsable, las comunidades energéticas son una herramienta fundamental para transformar el modelo energético, pero no la única: “Trabajamos con escuelas, cooperativas agrarias y otras entidades para promover la descarbonización y la ambientalización de los espacios donde vivimos, trabajamos o producimos.”
A nivel estatal, Unión Renovables, la unión de cooperativas de consumidoras y usuarias de energías renovables que aboga por un consumo responsable, un empoderamiento ciudadano y un modelo de gestión de la energía distribuida, también fomenta la creación de comunidades energéticas desde los principios de la cooperación y la ayuda mutua. Según Alfonso García Márquez, portavoz de Unión Renovables, la propuesta de las comunidades energéticas “encaja como un guante” con los objetivos de la entidad. Para García, el modelo cooperativo aporta las herramientas e instrumentos que necesitan las comunidades energéticas, ya que el cooperativismo “permite dotarnos de reglas y valores, con prácticas sociales de éxito.”
Otras finanzas para la transición ecológica
ara entender el papel de la economía solidaria, el cooperativismo y las finanzas éticas en la transición energética es fundamental reflexionar sobre la otra cara de la moneda. El sistema financiero convencional mantiene un papel central en la economía fósil y el calentamiento global. El informe Banking on Climate Chaos 2022, publicado por seis organizaciones no gubernamentales internacionales constata como las sesenta mayores entidades bancarias del mundo concedieron 4,6 billones de dólares en seis años al sector de los combustibles fósiles.
En paralelo, veinticuatro organizaciones de todo el mundo promovieron, en el marco de la campaña Insurance our Future, el estudio 2022 Scorecard on Insurance, Fossil Fuels and the Climate Emergency. El informe recoge cómo todavía grandes compañías aseguradoras y reaseguradoras dan cobertura a los riesgos asociados con la extracción de petróleo y gas, dos elementos clave en el calentamiento global.
Datos como estos demuestran cómo las entidades financieras convencionales, aunque están cambiando su foco de actividad e inversión hacia una economía ‘verde’, siguen apostando por inversiones que, como en la extracción de combustibles fósiles, buscan el máximo beneficio en el menor tiempo posible. En definitiva, son actores clave en armar un sistema económico y productivo totalmente desconectado de las necesidades reales del planeta, de las personas y de la economía real.
En contrapartida, existen otras finanzas basadas en criterios éticos, movidas por los valores de justicia y transformación, participativas, transparentes y que buscan financiar proyectos con importantes repercusiones sociales, culturales y medioambientales. Las finanzas éticas ya representan el 5% del PIB de toda la Unión Europea, como indica el primer informe Las Finanzas Éticas y Sostenibles en Europa, publicado por la Fondazione Finanza Etica y la Fundación Finanzas Éticas.
La economía solidaria tiene muy claro la necesidad de consolidar un ecosistema financiero al servicio del bien común controlado democráticamente, que redirija el flujo del crédito y la inversión hacia la resolución de las necesidades sociales y ambientales. Entidades cooperativas de las finanzas éticas como Fiare Banca Etica o Arç Cooperativa están demostrando que su actividad socioeconómica está al servicio de una transición ecológica justa y democrática en su conjunto y de las comunidades energéticas en particular.
Apoyando la parte financiera desde Fiare Banca Etica
Fiare Banca Etica como entidad cooperativa organizada desde la sociedad civil, comparte los principios de comunidad, democracia y ser una herramienta al servicio de la ciudadanía. En 2019 se presentó un primer centro educativo en Madrid que solicitaba un préstamo para la instalación de placas de autoconsumo en sus edificios y desde ese momento la cooperativa creó líneas de productos tanto para entidades como para particulares y sus comunidades energéticas para poder acompañarlos en este proceso de cambio.
En 2022, el banco participó financieramente con la puesta en marcha de la comunidad energética La Pablo Renovable, probablemente la comunidad de vecinas más grande de todo el Estado, en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid. El objetivo principal era generar un “barrio solar” que provea de energía más limpia a 504 hogares de más de diez comunidades que conforman la mancomunidad de Pablo Iglesias. Por otro lado, también hay particulares que en su condición individual dan el paso hacia el autoconsumo allí donde viven, y la cooperativa les apoya con la financiación de su instalación.
Asegurando la generación de energía limpia y democrática
Por su parte, Arç Cooperativa, correduría de seguros integrada en el grupo CAES, mantiene un compromiso explícito con la transición ecológica, justa y democrática, desarrollando productos y servicios para responder a las necesidades derivadas de la transición ecosocial. Esta apuesta llevó a la cooperativa a negociar con compañías y entidades aseguradoras productos para cubrir las necesidades específicas de las comunidades energéticas, que distan mucho de los riesgos de instalaciones convencionales de generación de energía renovable. En su oferta destaca un seguro colectivo de responsabilidad civil diseñado según las características y el crecimiento de las comunidades.
Una de las comunidades energéticas que forma parte de este seguro colectivo es EnHerKom, de la localidad guipuzcoana de Hernani, donde destaca la colaboración público-comunitaria para el impulso de la comunidad energética. Se trata de un proceso de democratización donde los movimientos sociales y la ciudadanía defienden la gestión colectiva en una alianza con el poder público para su consolidación. En el caso de la comunidad energética hernaniarra, el consistorio ha aportado recursos y ha jugado un papel fundamental como socio colaborador. Ahora bien, los responsables de la entidad recuerdan que “el ayuntamiento debe tener claro su papel como un socio más de la comunidad energética”.
En el barrio pamplonés de Mendillori encontramos otra asociación adherida al seguro colectivo, la comunidad energética Mendillorriko Komunitate Energetikoa ‘Kemendi’. Según la Junta Directiva de la asociación, las entidades financieras tradicionales les han brindado muy poca ayuda o incluso han dejado sin responder sus peticiones. Se trata de una situación que refleja la distancia entre estas entidades más convencionales y la ciudadanía organizada en proyectos transformadores.
El caso de ‘Kemendi’ es otro ejemplo de la alianza entre administraciones y ciudadanía. La asociación nació gracias a una iniciativa promovida desde la Agencia Energética del Ayuntamiento. Además, el consistorio navarro se ha comprometido a ceder parte de la potencia de una instalación fotovoltaica del barrio a la asociación.
A más de 2.000 kilómetros de Navarra, en la isla canaria de La Palma, un grupo de ciudadanas, pequeñas empresas y administraciones se han organizado alrededor de Energía Bonita, una comunidad energética que abarca toda la isla y que tiene como objetivo “conseguir que buena parte de la generación de energía sea de propiedad ciudadana”. Núria Albet Torres, presidenta de la asociación, asegura que tienen importantes retos, pero están convencidas de que el proyecto puede ser “una oportunidad de mejora de la calidad democrática de nuestro territorio”.
Comunidades energéticas y finanzas éticas, aliadas en la transformación
Las comunidades energéticas, con sus particularidades y puntos en común, han llegado para ser un instrumento al servicio de la ciudadanía que quiere dar el paso para construir un modelo de provisión de energía limpia. Ya sea en Hernani, Pamplona, la Palma, Madrid, Rivas Vaciamadrid o Barcelona, grupos de personas se están organizando no solo para conseguir generar este nuevo modelo de autoconsumo, sino que crean modelos basados en la horizontalidad y la recuperación de lazos comunitarios, dos características que compartimos las finanzas éticas y las comunidades energéticas en una sociedad que empuja hacia modelos individuales de maximización del beneficio.
Nuestra base común lleva a las entidades de las finanzas éticas a ponerse al servicio de las comunidades energéticas con el fin de prestar los servicios que puedan requerir y promover esta intercooperación para crecer y consolidar un modelo que aporta bienestar a la ciudadanía y al medioambiente. Paralelamente, hay grandes retos de trabajo como son el desconocimiento legal en el propio proceso y las trabas administrativas que grandes distribuidoras y comercializadoras ponen para retardar los procesos de conexión final. El camino será largo, pero estamos a tiempo de hacer las cosas mejor.
*Clara Soler Roig y Albert Castillo i Sampedro son los responsables de comunicación de Fiare Banca Etica y Arç Cooperativa – CAES, respectivamente.
«Nuestro mayor problema es que aquello que es socialmente y ecológicamente necesario es políticamente y culturalmente imposible, porque la mayoría de la gente es capaz de imaginarse antes el fin del mundo que el fin del capitalismo. Pero no tenemos más remedio que intentarlo, y la Economía Social y Solidaria (ESS) tiene que ser una de las fuerzas que ponga el cuerpo.»
Jorge Riechmann y Frederic Jameson, citados por Jordi Garcia a Economía Solidaria de supervivencia. [1]
Capitalismo: crisis ecológica, económica, social y política
Vivimos una conjunción de crisis a escala planetaria interconectadas entre sí, fruto de las dinámicas propias del sistema capitalista. La organización económica, social y política que plantea este sistema, basado en la producción y el consumo, ha demostrado no tener en cuenta los límites físicos del planeta. El capitalismo destruye los vínculos que sostienen la vida. Cómo apunta la activista ecofeminista Yayo Herrero, el sistema capitalista ha evidenciado, en menos de 200 años, que la obtención de beneficios como único objetivo lleva a superar los límites biofísicos del planeta y a apoderarse del tiempo de las personas para ponerlo al servicio del mercado. [2]
El compañero Jordi Garcia Jané, cooperativista y referente de la economía solidaria, en el artículo «Economía Solidaria de supervivencia» agrupaba los principales retos de la humanidad en dos grandes bloques. El primero es combatir la pobreza y reducir la desigualdad entre pueblos, géneros y clases. El segundo es «parar la crisis ecológica y reinsertar la economía dentro de los límites biofísicos de la Tierra.» (Garcia Jané, 2022a)
Según diferentes autoras, como Herrero o Garcia, es imprescindible revertir estos dos desafíos, ya que el incumplimiento de cualquier de los dos amenaza al conjunto de la especie humana y a todo el planeta. Cada día, los medios de comunicación nos muestran cuáles son las consecuencias de no afrontar estos retos. Las catástrofes climáticas, la escasez de recursos, la pérdida de biodiversidad, el calentamiento global, la generalización del hambre o la proliferación de conflictos armados son solo algunos ejemplos. Y es que, al fin y al cabo, como expresa Jordi Garcia, «todo son dimensiones de una misma crisis global, la del sistema patriarcal capitalista.» [2] [3]
Ante la incertidumbre del futuro que nos depara, las investigadoras especializadas en sostenibilidad de Altekio Concepción Piñeiro y Laura Lucio, en el marco del proyecto Futurs Impossibles impulsado por la Xarxa d’Economia Solidària de Catalunya (XES), han trazado cuatro escenarios de futuro para una Cataluña postcolapso: el Green New Deal Corporativo y el ecofascismo, en los cuales primaría la lógica de mercado y los intereses oligárquicos, y el Green New Deal Transformador y el decrecimiento, en los que la lógica del bien común y los intereses populares prevalecerían por sobre el resto. [4]
Teniendo en cuenta estos posibles escenarios, desde la economía solidaria estamos obligadas a empujar hacia un sistema en el que las actividades económicas sitúen la sostenibilidad de la vida y los límites del planeta como objetivos prioritarios y a la vez nos permita avanzar hacia una sociedad más democrática, solidaria e igualitaria. En palabras de la activista Yayo Herrero al referirse a la encrucijada en la cual nos encontramos: “los movimientos sociales y las izquierdas institucionales tenemos que responsabilizarnos y actuar de manera coherente con las diagnosis que se hacen. La cuestión es ver si podemos estar a la altura del momento histórico que nos ha tocado vivir.” [5]
La importancia de la transición ecosocial
Entendemos por transición ecosocial el conjunto de cambios económicos, políticos y culturales que nos tienen que permitir «parar la degradación del planeta, erradicar la pobreza, impedir la desigualdad social y situar la sostenibilidad de la vida como objetivo prioritario y referente de las actividades productivas.» [6]
La transición ecosocial requiere una serie de cambios profundos y estructurales, sobre todo en los países del norte global, que van desde el replanteamiento del modelo de producción y consumo, la socialización del sistema financiero, una mejor redistribución de la riqueza y una profundización en materia de calidad democrática, democracia económica y autosuficiencia.
Debemos tener claro, tal como nos apunta Garcia, que apostar por la transición ecosocial no supone «desmantelar el capitalismo patriarcal y productivista». Eso sí, hacerlo nos puede ayudar a erosionar y embridar el capitalismo desbocado a favor de la sostenibilidad de la vida (Garcia Jané, 2022a).
El papel de la ESS en la transición ecosocial
Eva Vilaseca, bióloga, miembro de Espai Ambiental y cocoordinadora de Futurs Impossibles, recogía como algunas autoras, como la ya citada Yayo Herrero o Fernando Prats, urbanista y codirector del programa Cambio Global España 2020/50, ya contemplaban hace más de una década el potencial de la ESS para ocupar un espacio protagonista en el proceso de transición ecológica. [7]
Vilaseca defendía esta tesis porque las entidades de la ESS no solo tienen en cuenta el vector ambiental, sino también la democracia y la justicia. Una transición ecológica sin tener en consideración estos ejes supondría, sin lugar a dudas, un aumento de desigualdades. [8]
Rubèn Suriñach, economista, miembro de la XES y cocoordinador de Futurs Impossibles, también comparte este punto de vista sobre la capacidad de las iniciativas de la economía solidaria de liderar la transición ecosocial, ya que somos proyectos socioeconómicos que actuamos con conciencia ambiental, que nos gestionamos democráticamente y que actuamos desde la justicia laboral, económica y social. [9]
Y es que las entidades de la economía solidaria podemos jugar un papel muy importante en este escenario de transición gracias a nuestra capacidad de influencia, de generar comunidad y de crear iniciativas fácilmente reproducibles. Para hacerlo, es imprescindible crear una «agenda compartida entre movimientos emancipadores que socialice las reivindicaciones, favorezca la solidaridad entre las luchas y prepare movilizaciones conjuntas para resolver a favor de las clases populares» los retos que estamos afrontando (Garcia Jané, 2022a).
En esta línea, la XES impulsó un proceso de reflexión estratégica para «hacer aportaciones a marcos de articulación de colectivos sociales, movimientos y organizaciones» en el marco de la transición ecosocial. Uno de los hitos más destacados de este proceso es la redacción y la publicación del documento Propuestas para la democratización económica y la transición ecosocial (XES, 2022).
Arç Cooperativa, interpeladas por la transición ecosocial
Arç Cooperativa, entidad que forma parte del proyecto CAES, es una de las organizaciones socias que impulsó la XES, Opcions de consum responsable y FETS – Financiación Ética y Solidaria, asociación que forma parte de laCoordi, tres de las entidades impulsoras de la campaña Futurs Impossibles. Además, desde hace cuarenta años, ha sido punta de lanza de la economía solidaria. Por todos estos motivos, y porque comparte la diagnosis, en Arç Cooperativa se sienten interpeladas a participar en este proceso colectivo para impulsar la transición ecosocial.
Y es que las entidades de la ESS tenemos un rol político totalmente alineado con el impulso de esta transformación: llevamos a cabo actividades socioeconómicas que resuelven problemas reales de la gente; somos un escaparate que demuestra la viabilidad de una economía diferente a la capitalista; hacemos de laboratorio de relaciones sociales no patriarcales, capitalistas o productivistas; y a la vez somos capaces de crear un sujeto emancipador mediante la transformación personal de las personas que trabajamos en estas organizaciones (Garcia Jané, 2022a).
Desde Arç Cooperativa han detectado la capacidad de actuar en cinco de las propuestas articuladas desde la XES para avanzar hacia la transición ecosocial, las cuales ya estaban desarrollando o las estaban empezando a aplicar: la promoción de un sistema financiero al servicio de las necesidades sociales; el fomento de actividades socialmente útiles; el apoyo de las administraciones a la ESS como pieza clave para un nuevo modelo socioeconómico; el reconocimiento de la economía de los cuidados y su democratización; y la mejora de las condiciones sociolaborales.
Y es que este proceso impulsado por el movimiento de la economía solidaria coincidió con el proceso de reflexión estratégica llevado a cabo durante el 2022 por la cooperativa catalana, que culminó con la creación de un marco estratégico para el periodo 2023-2025. Trabajar en paralelo estas dos reflexiones permitió que los tres pilares fundamentales sobre los cuales pivota este marco – el compromiso con la transición ecosocial, la innovación cooperativa y el crecimiento de las personas – estén alineados con las propuestas transformadoras propuestas desde la XES.
Arç Cooperativa: una organización comprometida con la transición ecosocial
Arç Cooperativa, juntamente con SERYES y CAES, ha sido uno de los agentes clave en la creación y la promoción del sector asegurador éticamente orientado, un sector que tiene como objetivo fomentar las realidades aseguradoras de carácter mutualista y éticas como instrumentos colectivos de cohesión social. En esta línea, su apuesta por el seguro ético y el sello EthSI viene de lejos y en este contexto toma más sentido que nunca.
En segundo lugar, la correduría de seguros catalana ha decidido apostar estratégicamente por desarrollar productos y servicios específicos para los sectores más estrechamente vinculados con la transición ecosocial y aquellos que desarrollan actividades sostenibles y socialmente útiles para cubrir las necesidades esenciales de las personas.
Además de su trayectoria aseguradora con entidades y organizaciones de la ESS, en Arç Cooperativa ofrecen un servicio integral de seguros para la vivienda cooperativa en cesión de uso y la movilidad sostenible compartida gracias a los acuerdos de intercooperació con entidades referentes del sector; han diseñado un programa asegurador para los riesgos de las comunidades energéticas; trabajan para desplegar seguros gestionados éticamente para cubrir vehículos de movilidad sostenible; y están negociando con entidades y compañías para ofrecer productos y servicios aseguradores específicos para personas en situación de vulnerabilidad o en riesgo de sufrir situaciones de discriminación.
En tercer lugar, Arç Cooperativa es una de las veinticuatro entidades que participan del proyecto Life eCOadapt50. La iniciativa, de ámbito catalán, pretende crear, de manera conjunta entre administraciones y agentes socioeconómicos y de conocimiento, una acción estratégica para adaptar los territorios y las actividades económicas especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático.
Así mismo, la entidad tiene definida una política de redistribución de la riqueza claramente orientada al equilibrio ecosocial a través de nuestras aportaciones a colectivos y una política de inversiones y participación en proyectos comprometidos con la sostenibilidad ambiental y social.
Si tenemos en cuenta la necesidad de reconocer la economía de los cuidados y su democratización, la correduría de seguros catalana ha promovido “políticas laborales que protegen, garantizan y normalizan la corresponsabilidad real y equitativa de las tareas de cuidados sin recibir ninguna penalización social ni tampoco laboral en cuanto a la posibilidad de promoción interna a las empresas” (XES, 2022). Su último Balance Social recoge que el tiempo dispuesto por cuidados personales o familiares del conjunto de las personas socias y trabajadoras de la cooperativa llegó al 2,5% de la capacidad de trabajo. Además, han incorporado prácticas que facilitan el desarrollo de los proyectos personales y la dimensión humana de nuestro proyecto.
Finalmente, hace muchos años que en Arç Cooperativa trabajan para garantizar unas condiciones sociolaborales dignas para todas las personas de la cooperativa. Su reglamento de Régimen Interno tiene en especial consideración a aspectos como la jornada laboral de 36 horas, las facilidades para la flexibilidad horaria y la autogestión de los equipos en materia de disponibilidad y el pago del 100% del anticipo por bajas laborales de larga duración.
Conclusiones
En los últimos años se han hecho importantes pasos adelante. La grave situación actual hace indiscutible los vasos comunicantes entre el sistema patriarcal, el modelo productivo y de consumo actual y la crisis ecológica planetaria. Por nuestra parte, el conjunto de la ESS hemos sido capaces de articular discursos y relatos, empezar a promover campañas con el apoyo de la ciudadanía crítica y, a la vez, hemos definido propuestas concretas que entidades, empresas y administraciones están empezando a incorporar.
La tarea que tenemos encomendada es un reto mayúsculo, pero a la vez es coherente con la manera de hacer que las entidades de la economía solidaria hemos practicado desde hace tantos años: construir alternativas comunitarias para desplegar un sistema socioeconómico donde la reproducción de la vida dentro de los límites del planeta prevalezca a las actividades productivas y que nos tiene que permitir articular comunidades más democráticas, solidarias y justas.
En Arç Cooperativa, como parte del proyecto de promoción sel seguro ético y solidario CAES, se encuentran alineadas a favor de la transición ecosocial, desplegando los objetivos trazados en su marco estratégico, siendo aliadas del resto de entidades de la economía solidaria y de la ciudadanía organizada dispuestas a trabajar por un futuro y unas vidas que merezcan la pena ser vividas.
Y del mismo modo que iniciábamos este artículo, lo terminamos con una reflexión de Jordi Garcia: “Quizás la ESS consiga ser parte del embrión de una economía postcapitalista, o al menos empujar fuerte en favor de la transición ecosocial; pero si al final el colapso nos atrapa, al menos que la hayamos convertido en una constelación de luciérnagas que señalan caminos de esperanza en medio de la oscuridad. En cualquier caso, tenemos mucho trabajo para hacer y ni un segundo para perder.” (García Jané, 2022a).
[7] Vilaseca Corominas, Eva (juliol 2019) “La dimensió ecològica de l’Economia Social i Solidària. Situació actual i reptes per a la transició ecològica” Universitat Autònoma de Barcelona https://economiasocial.coop/wp-content/uploads/20.pdf
Hace unos meses, un medio de comunicación especializado en seguros contactó con Arç Cooperativa. Estaban preparando un reportaje sobre corredurías sostenibles y querían entrevistar a Arç Cooperativa como una de las corredurías de seguros de referencia en materia de sostenibilidad.
A raíz de este contacto, y de las reflexiones posteriores, nos surgió la necesidad de compartir algunas consideraciones desde una mirada crítica y denunciar la práctica del greenwashing en el mundo asegurador.
Nuestra apuesta por la sostenibilidad forma parte del sistema de valores que integran una estrategia por la transformación social, política y económica.
La sostenibilidad es un marco de referencia de nuestra acción productiva, pero hay que entenderla en todas sus dimensiones. Por un lado, trabajamos por la sostenibilidad social a través de la intercooperación con movimientos sociales y entidades, promoviendo puestos de trabajo de calidad y mejorando las condiciones de convivencia de nuestro entorno social y cultural.
Por otro lado, en la dimensión ambiental, estamos ajustando progresivamente el consumo de la cooperativa a las posibilidades de nuestro ecosistema. Apostamos por una reducción de nuestro impacto, especialmente aquel relacionado con el consumo de energía, consumibles, comunicaciones y movilidad.
Defendemos que la sostenibilidad desde una mirada amplia no es posible sin una transición ecosocial que situé las necesidades de las personas y los ecosistemas en el centro y que ponga la economía al servicio del bien común. La crisis ecológica es una consecuencia de un sistema extractivo basado en la ilusión de un crecimiento sin límites en un sistema global limitado.
Un compromiso que nos define
Una de las preguntas, y que desencadenó parte de nuestra reflexión, fue en qué medida nuestro compromiso con la sostenibilidad ayuda a nuestro negocio. Y este es el quid de la cuestión.
Desde CAES no nos planteamos de qué manera nuestra apuesta nos puede beneficiar como empresa. Como todas las entidades de la economía social y solidaria, no entendemos nuestra actividad económica si no está orientada a mejorar las condiciones de vida de las personas y las comunidades en un sistema sostenible.
Por este motivo, nuestra acción comercial no se centra en vender seguros de forma tradicional. Preferimos invitar a las personas, entidades y colectivos a formar parte de un proyecto transformador alineado con el movimiento de las finanzas éticas desde la práctica del consumo consciente.
CAES y los ODS
La periodista también nos preguntó qué medidas hemos tomado para adaptarnos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Esto nos hizo dar cuenta como muchas entidades han tenido que realizar cambios estructurales (o superficiales) para cumplir estos objetivos (o comunicar que lo hacen).
Los elementos centrales de los ODS – la lucha contra la exclusión y contra la destrucción del hábitat, el compromiso con la paz o la educación y la generación de trabajo y economía sostenible – forman parte de nuestro proyecto desde nuestros inicios y se concretan día a día a través de estrategias y prácticas socioempresariales.
Cada año, Arç Cooperativa y SERYES elaboramos y publicamos el informe del Balance Social que gestiona e impulsa REAS Red de Redes. Esta auditoría valida las prácticas de las empresas en relación con diferentes ejes como el funcionamiento económico, la política de lucro, la perspectiva de género, la equidad y la democracia interna, la sostenibilidad ambiental, el compromiso social, la cooperación y la calidad de los puestos de trabajo.
Si los valores no se convierten en prácticas cotidianas, no saldrán nunca de la retórica del comunicado, el marketing y la publicidad.
Hoy por hoy, los ODS no dejan de ser una declaración de intenciones para una sociedad en un sistema económico a la deriva en el cual la vida está supeditada a los intereses del capital. Ahora bien, creemos que una ciudadanía responsable y crítica puede ser exigente en la aplicación de estos objetivos y rechazarlos como una práctica de greenwashing.
La sostenibilidad como manera de ser
Otra de las preguntas que nos hicieron reflexionar fue si es complicado ser una correduría comprometida con la sostenibilidad. Al mismo tiempo, la periodista preguntaba como valoran nuestros clientes esta apuesta.
Las corredurías que formamos parte del proyecto CAES nos basamos en una serie de valores y estamos orientadas a la generación de excedentes económicos y sociales. Desde este punto de partida, no planteamos la sostenibilidad como una estrategia, sino como una manera de ser y actuar.
Para nosotras, lo realmente complicado es imaginar y desarrollar una organización democrática y un modelo empresarial alejado de los esquemas tradicionales. Queremos ser referentes en el sector financiero como empresas democráticas, éticas y solidarias. Nos inspiran los valores históricos del cooperativismo y las nuevas formas de organización de los movimientos sociales transformadores.
Por todo esto, no queremos que nuestros clientes valoren una determinada apuesta por una serie de compromisos. El que buscamos es compartir la misma visión transformadora con nuestra base social.
En otras palabras, no necesitamos campañas de lavado de imagen. Nuestra manera de hacer y actuar son la mejor campaña para promover nuestros valores como cooperativa. Estamos orgullosas de poder afirmar que, a pesar de nuestras contradicciones y dificultades, defendemos unos valores que ponemos en práctica en el día a día.
La empresa ciudadana, a través de una rendición de cuentas que potencie una ciudadanía responsable, es una fórmula que puede impulsar una economía que avance hacía la sostenibilidad integral. En paralelo, el seguro ético y solidario puede acercar las entidades operadoras del sector asegurador a las potencialidades transformadoras de la economía social y solidaria y la empresa ciudadana.
Cuando hablamos de crisis conviene dejar claro, como punto de partida, que, según mi opinión, nos encontramos en una crisis estructural que se manifiesta de forma simultánea en el ámbito financiero, energético, ecológico, social y de valores. La crisis sanitaria ha dejado al descubierto y ha amplificado todavía más los desequilibrios económicos y sus efectos sociales y ecológicos.
Por tanto, no se trata de una crisis puntual, es una crisis sistémica. Una crisis sistémica que impone la necesidad de experimentar y consolidar nuevas formas de entender la empresa y la economía. Y para crear condiciones para salir de una crisis como esta no es aconsejable volver a situaciones anteriores ni en el sentido de fondo, ni en los objetivos o métodos de trabajo.
Tenemos que considerar la sostenibilidad integral (individual, social y ambiental) como un objetivo que debemos alcanzar como sociedad. Necesitamos reconvertir nuestras formas de producción y consumo. Por lo tanto, debemos entender que la economía tiene que ser un subsistema supeditado a los sistemas sociales y ambientales y que avanzar hacia la sostenibilidad integral supone dar pasos adelante hacia la sostenibilidad de la vida.
Para que la práctica de la sostenibilidad integral avance es imprescindible la aceptación por parte de las empresas del hecho que su existencia solo es posible gracias a la sociedad y al entorno de los que forman parte. Por este motivo, es fundamental que las empresas rindan cuentas mostrando de forma continuada su compromiso social y ambiental. En otras palabras, que dejen constancia de su comportamiento como empresa ciudadana.
La empresa ciudadana, una alternativa
Potencialmente, la empresa ciudadana puede generar dinámicas significativas de trasformación socioeconómica. En el plano conceptual, la empresa ciudadana supera la escalera de valores y el fundamento ideológico de la empresa mercantil convencional y pone en cuestión el hecho que esta sea considerada acríticamente como único modelo a seguir. Cuando hablamos de empresas, estamos obligadas a plantearnos el tipo de empresa, cómo están organizadas y al hecho que el sistema económico y la actuación de una empresa son las dos caras de una misa moneda.
La empresa ciudadana, en su despliegue práctico, impulsa la innovación estructuralmente transformadora en referencia a los productos y servicios que ofrece, las condiciones de producción, distribución y comercialización, las estrategias de márquetin y publicidad, la relación con los clientes y proveedores y su impacto ambiental. Se trata de una concepción de la innovación que supera un carácter exclusivamente utilitarista que tiene en cuenta si atiende a necesidades “no inducidas” y a las consecuencias sociales y ambientales de su producción.
Asumiendo la necesidad de facilitar una mejora estructural procurando una transformación del ámbito social donde opera, la empresa ciudadana favorece la concienciación de una ciudadanía activa en relación con el consumo, la cooperación, la reciprocidad y la solidaridad. En otras palabras, favorece al nacimiento y la consolidación de una ciudadanía responsable.
Al mismo tiempo, incorpora la noción de viabilidad en términos de viabilidad socioeconómica, apoyada en objetivos a medio y largo plazo de tipo no especulativo. La empresa ciudadana contribuye a organizar y desarrollar circuitos económicos completos de acuerdo con lógicas diferentes de las hegemónicas en el mercado actual (como el mercado social) y que vinculan la producción sostenible de bienes y servicios con el consumo responsable.
La empresa ciudadana, una palanca del seguro ético
El seguro ético y solidario y la certificación EthSIson herramientas necesarias que, al promover la recuperación del sentido mutual de los seguros, una política de inversiones social y ambientalmente responsable y una gestión participada y equitativa, pueden acercar las entidades operadoras del sector asegurador a las potencialidades de la economía social y solidaria y de la empresa ciudadana.
Por todos estos motivos, el seguro ético y solidario toma sentido como una parte de la solución para salir de la crisis estructural ayudando a impulsar la construcción y consolidación de una economía que sitúe las personas y la vida en el centro.
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