Cuando compramos generamos un impacto que puede ser más o menos positivo para las personas, las comunidades y el medio ambiente. Analizamos algunas pistas para garantizar el impacto positivo de nuestro dinero y nuestro consumo.
Aumento de la temperatura del planeta, conflictos armados, crisis migratorias, escasez de recursos, extracción de combustibles fósiles, desperdicio alimentario, pobreza o desigualdad de género… La red y los medios de comunicación nos recuerdan a diario las consecuencias de la crisis social y ecológica que afrontamos como humanidad. Frente a esta avalancha de información, es normal sentirse abrumada y pensar que tenemos poca capacidad de influir en decisiones que, muy a menudo, se toman en despachos lejanos.
Sin embargo, todas tenemos un enorme poder como consumidoras. Como sostiene el colectivo Carro de Combate, “consumir es un acto político, ya que con nuestras compras diarias apoyamos a las empresas que están detrás de ellas.” Cuando compramos (o mejor aún, cuando no consumimos o lo hacemos de forma consciente) generamos un impacto que puede ser más o menos positivo para las personas, las comunidades y el medio ambiente. Reflexionar sobre qué tarjeta de crédito usamos al pagar, cómo se cultivaron los alimentos que comemos o en qué condiciones trabajan las personas que fabricaron nuestra ropa, y aplicar cambios en nuestros hábitos de consumo puede tener consecuencias muy diferentes para el medio ambiente y la sociedad.
Los sellos, herramientas para escoger de manera consciente
Pero llevar a la práctica un consumo más consciente (o responsable o crítico) cuando compramos bienes o servicios no siempre es fácil. El poco tiempo y energía que nos queda después de largas jornadas laborales en el trabajo y en casa no facilita tomarnos un descanso y reflexionar de manera crítica ante cada uno de los productos que necesitamos para nuestra vida cuotidiana.
Un ejemplo de herramientas fáciles de comprender y con un amplio recorrido son las certificaciones del comercio justo. Sellos como Fairtrade, Símbolo de Pequeños Productores, Naturland Fair, Faír for Life o World Fair Trade Organization permiten a las consumidoras escoger un producto con la garantía que las personas han trabajado bajo criterios de justicia social y sostenibilidad económica y ambiental. Además, nos brindan la seguridad de que la relación comercial internacional entre las consumidoras, las trabajadoras y las empresas está basada en el diálogo, la transparencia y el respeto.
A partir de las características de los sistemas de certificación del movimiento de comercio justo, el Observatorio de las Finanzas Éticas creó el sello EthSI (Ethical and Solidarity Based Insurance) hace más de quince años. El objetivo era identificar unos estándares e indicadores auditables por una comisión de control independiente que permitiera traducir los principios de transparencia, responsabilidad y respeto por el territorio, y las inversiones con un impacto social y ambiental positivo dentro del sector asegurador. De este modo, se buscó facilitar la práctica del consumo consciente a la hora de contratar un seguro a través de la creación de un logo fácilmente reconocible.
El sello EthSI, una herramienta contra la opacidad de los seguros
¿Por qué es importante la existencia de un sello como EthSI? Mientras que muchas estamos familiarizadas con las malas prácticas de las entidades bancarias como las participaciones preferentes, las hipotecas sub-prime o la acumulación de pisos vacíos procedentes de desahucios, los seguros son probablemente el sector más opaco y desconocido del sistema financiero.
A pesar de estar fuera del foco mediático, se estima que la facturación del sector asegurador en España representa más del 10% del producto interior bruto del país. En otras palabras, “el sector asegurador español factura más que los veinte países más pobres de África”, como recoge Gerardo Santos en El negocio de los seguros: la sombra y la ética.
Además, las compañías de seguros, como gestoras de riesgos, son las responsables de dar cobertura a proyectos de extracción de carbón, petróleo y gas sin las que su actividad sería impracticable. La campaña internacional Insurance Our Future señala estas malas praxis e insta a las principales compañías aseguradoras a dejar de gestionar y dar cobertura a los altos riesgos asociados a la extracción de combustibles fósiles.
EthSI y las buenas prácticas del seguro ético
Desde hace años, el Barómetro de las Finanzas Éticas ha recopilado algunas de las buenas prácticas del sector asegurador ético. Por poner algunos ejemplos, en las corredurías de seguro acreditadas con el sello EthSI, el 55% de los cargos directivos están ocupados por mujeres, en comparación con el 30% en las entidades convencionales. En cuanto a la igualdad salarial en las corredurías éticas, la diferencia entre los sueldos más altos y más bajos de las plantillas se sitúa por debajo de 1 sobre 4 de media.
En términos de inversión, las entidades acreditadas con la certificación EthSI han incorporado criterios éticos de control. En lugar de financiar empresas armamentistas, vinculadas a los combustibles fósiles o a los juegos de azar, deben demostrar que sus inversiones repercuten positivamente en las personas, las comunidades y el territorio. La inversión con este criterio superó los 3.000 millones de euros el 2022. Además, el 70% de las entidades registradas consumen toda su energía de fuentes de origen renovable.
En resumen, el sello EthSI es una herramienta que nos permite conocer el grado de transparencia y buenas prácticas de las corredurías, las mutualidades y las compañías de seguros. De este modo, las consumidoras podemos adquirir un seguro que se ajuste mejor a nuestros valores. Así, al escoger un seguro con una entidad certificada contribuimos a revertir la especulación financiera, frenar la industria armamentista, promover los valores de la economía social y solidaria y recuperar la función social del seguro.
Hoy en día, el consumo se ha convertido en un acto cotidiano y a menudo necesario para vivir. Consumimos cuando compramos los alimentos que comemos, cuando encendemos la luz, cuando calentamos nuestro hogar o cuando pagamos con una tarjeta de crédito en una tienda.
Pero el consumo no es un acto neutral. Impacta en el medio ambiente y en las personas de la empresa que hay detrás del bien o servicio que compramos. Por eso, cada vez más personas adoptamos decisiones de consumo consciente para vivir en consonancia con nuestros valores y principios.
El consumo consciente
Por consumo consciente nos referimos a aquellos actos de consumo que realizamos para satisfacer unanecesidad real después de habernos informado de las diferentes opciones que tenemos, escogiendo la que tiene un menor impacto ambiental y un mayor impacto social. Comer productos locales y de temporada, movernos en transporte público o en bici y compartir y reutilizar son algunos ejemplos.
Si queremos consumir de manera más consciente, las entidades que promueven un consumo responsable y crítico como Opcions proponen seguir tres claves [1]:
Consumir menos: replantearnos nuestras necesidades, reparar siempre que sea posible y no consumir si no es estrictamente necesario.
Consumir sin comprar: intercambiar bienes y servicios y practicar el préstamo o el alquiler para reforzar los lazos comunitarios y la acción colectiva.
Comprar con criterio: cuando la compra es inevitable, intentaremos conocer el tipo de empresa y las características del bien o servicio para favorecer aquellas iniciativas con un impacto más positivo hacia las personas, la sociedad y el medio-ambiente.
Comprar con criterio supone empoderarnos como consumidoras y ser conscientes de cuál es la huella ambiental y social que dejan nuestras decisiones de consumo. Y es que, como defiende el colectivo Carro de Combate «consumir es un acto político, ya que con nuestras compras cotidianas estamos apoyando a las empresas que hay detrás.» [2]
Existe Me Cambio, una página web promovida por la economía solidaria y los mercados sociales que da acceso a soluciones de consumo en algunos sectores importantes de la economía, que recoge proyectos de todos los sectores de actividad de la economía solidaria para facilitar el consumo responsable, consciente y crítico.
El consumo consciente en el sector financiero
Inversión en armamento, participaciones preferentes, rescates bancarios, hipotecas sub-prime, acumulación de pisos vacíos procedentes de desahucios, greenwashing… Hace muchos años que el sector financiero tradicional se está ganando a pulso la desconfianza de la ciudadanía.
Ante esta realidad, ¿cómo podemos depositar nuestros ahorros, pagar con tarjeta de crédito o contratar un seguro siguiendo unos criterios críticos y responsables?
Por suerte, existe un amplio ecosistema de finanzas éticas y solidarias. Son iniciativas que van desde proyectos de ahorro comunitario a cooperativas de servicios financieros o entidades bancarias, entre muchas otras. Para facilitar la búsqueda, FETS, Financiación Ética y Solidaria creó Dinero ético, un catálogo con un amplio abanico de productos y servicios que ofrecen las entidades que operan en el sector de las finanzas éticas. Y es que, como dice Aitziber Mugarra, profesora e investigadora de la Universidad de Deusto, «el dinero per se no es malo, lo es en todo caso el uso social que se hace de él». [3]
Todas las entidades de las finanzas éticas son «prácticas de intermediación financiera que combinan la rentabilidad social y la gestión democrática y transparente«. [4] En otras palabras, son entidades que trabajan con nuestro dinero y que se basan en criterios éticos, que incorporan valores como la participación y la transparencia y que velan por el bienestar social y ambiental. En el Estado español, casi 200.000 personas ya son usuarias de proyectos de entidades bancarias y para-bancarias de las finanzas éticas. [5]
El sello EthSI, un antídoto contra la opacidad del sector asegurador
Dentro del ámbito financiero, los seguros son, probablemente, el sector más opaco y desconocido. Situado fuera del foco mediático, se calcula que la facturación del sector supera el 5% del producto interior bruto del Estado español. En otras palabras, «el sector asegurador español factura más que los veinte países más pobres de África.» [6]
Estos beneficios millonarios a menudo provienen de la inversión, ya que las compañías aseguradoras tienen músculo financiero para invertir grandes cantidades de dinero. Con estas inversiones, que solo en el Estado español superan los 300.000 millones de euros, las entidades a menudo buscan la máxima rentabilidad. [5] Esto lleva muchas compañías aseguradoras a fijarse en negocios poco éticos y cuestionables. El 2020, el Centro Delàs de Estudios por la Paz identificó 24 aseguradoras que operan en el Estado español vinculadas con la industria armamentista. [7]
Con el objetivo de reivindicar una mirada ética y una voluntad transformadora que ya teníamos incorporadas algunas corredurías y entidades aseguradoras, el 2007 el Observatorio de las Finanzas Éticas, un espacio promovido y coordinado por FETS, creó el sello EthSI (Ethical and Solidarity Based Insurance). Esta certificación nos permite identificar aquellas entidades más transparentes, que disponen de políticas de responsabilidad hacia la comunidad y el territorio y políticas de inversiones con un impacto positivo en la economía y el medio-ambiente. De este modo, el sello permite avanzar en el despliegue del seguro ético y solidario.
Las buenas prácticas del seguro ético
El Barómetro de las Finanzas Éticas recoge algunas de las buenas prácticas del sector asegurador ético. Por poner solo algunos ejemplos, en las entidades acreditadas con el sello EthSI, el 55% de los cargos directivos están ocupados por mujeres, cifra que disminuye hasta el 30% en las entidades convencionales. En el caso de la igualdad salarial en las corredurías éticas – la diferencia entre los sueldos más alto y más bajo de una plantilla – se sitúa por debajo de 1 sobre 4 de media. [5]
En cuanto a las inversiones, las entidades de seguros acreditados han incorporado criterios éticos de control. De este modo, en lugar de invertir en empresas armamentistas o vinculadas a los combustibles fósiles o a los juegos de azar, se buscan inversiones que repercutan positivamente en las personas, las comunidades y el territorio.
En el caso de CAES, las corredurías de seguros SERYESy Arç Cooperativa son actualmente las dos entidades mediadoras de seguros certificadas con el máximo grado de aplicación del sello EthSI. Esto significa que un comité evaluador independiente ha comprobado que tenemos una responsabilidad hacia la comunidad y el territorio; unas prácticas de equidad y transparencia; una responsabilidad económica, ambiental y laboral; una gobernanza democrática; que funcionamos según un criterio ético; que somos entidades usuarias de la banca ética; y que tenemos una política de inversiones responsable y ética.
En resumen, el sello EthSI es una herramienta que nos permite conocer el grado de transparencia y buenas prácticas de las corredurías, las mutualidades y las compañías de seguros. De este modo, las consumidoras podemos adquirir un seguro que se ajuste a nuestros valores. Así, al escoger un seguro con una entidad certificada contribuimos a revertir la especulación financiera, frenar la industria armamentista, promover los valores de la economía social y solidaria y recuperar la función social del seguro.
[5] Observatori de les Finances Ètiques (2022): «Baròmetre de les Finances Ètiques 2021. Una radiografia del sector a l’Estat espanyol» https://fets.org/observatori/barometre/
Hace años que desde las Finanzas Éticas y la Economía Social y Solidaria (ESS) reivindicamos la Compra Pública Responsable (CPR) como una palanca de transformación que permite incorporar pautas del consumo consciente dentro de las administraciones. ¿Puede el sello EthSI de gestión ética y solidaria del sector asegurador convertirse en un aliado de estas prácticas más sostenibles y respetuosas?
“Una gran desconocida y una herramienta muy potente”. Así describían la CPR Amanda Ortega y Onditz Portabella, técnicas de Opcions especializadas en este ámbito, en un reportaje publicado el 2020. ¡Y no es para menos! Se calcula que la compra de bienes y servicios por parte de las administraciones públicas supone el 14% del PIB del estado español. Una cifra que podría ascender hasta el 20%, según algunos estudios.
Actualmente, la Ley de Contratos del Sector Público 9/2017 (LCSP) supone un marco legal favorable para la CPR, ya que obliga a las administraciones a “incorporar de manera transversal y preceptiva criterios sociales y ambientales, siempre y cuando guarde relación con el objeto del contrato.” En otras palabras, las personas técnicas y políticas están obligadas, por ley, a tener en cuenta criterios sociales y ambientales en los procesos de contratación pública.
El conjunto de la ESS y las Finanzas Éticas tenemos muy claro que este nuevo marco legal y la incorporación de estos criterios en la contratación pública supone una gran oportunidad si queremos avanzar hacia una sociedad más solidaria y respetuosa con las personas y el medio ambiente. Al fin y al cabo, la ciudadanía tenemos el derecho (y el deber) de pedir una rendición de cuentas a las administraciones públicas, fiscalizar los contratos que se hacen con el dinero público (nuestro dinero) y exigir a las personas responsables un claro compromiso con la sostenibilidad.
Además, la CPR implica una coyuntura favorable para la ESS. Tenemos una ventana para reivindicarnos como una red de empresas y organizaciones que ofrecemos bienes y servicios de calidad (también) para las administraciones, siempre poniendo el cuidado de las personas y los ecosistemas en el centro de nuestras actividades económicas.
¿Somos capaces de imaginarnos un pequeño porcentaje de la quinta parte del PIB que supone la compra pública circulando dentro de los mercados sociales? ¿Qué cambios radicales supondría para la sociedad? ¿Y si aspiramos a que una pequeña parte de este dinero sirva de motor para proyectos transformadores, solidarios y sostenibles?
La ESS ha sido capaz de articular un sistema integral de Finanzas Éticas que abarca los servicios bancarios, el crédito, los seguros y un conjunto de instrumentos de divulgación, educación y validación las prácticas financieras éticamente orientadas.
¿Y los seguros éticos y solidarios? ¿Qué instrumentos ya existentes podemos poner a disposición que permitan al sector público llevar a cabo un consumo más consciente y responsable? Onditz Portabella nos recordaba en el blog Me Cambio (El Salto) que si la CPR se complica, debemos hacerla más fácil. Por suerte, los seguros éticos y solidarios ya disponemos de una herramienta útil y con un largo recorrido que sirve para identificar las buenas prácticas dentro del sector asegurador: el sello EthSI.
Este sello es un certificado con más de una década de trayectoria. El 2008 el Observatorio de las Finanzas Éticas (promovido por FETS) desarrolló esta certificación y desde entonces un comité independiente formado por personas expertas vinculadas a la ESS y la sociedad civil evalúa si distintas entidades y productos disponen de los requisitos para ostentar el distintivo. Los aspectos que el comité tiene en cuenta están relacionados con el comportamiento ético de las organizaciones, la responsabilidad social, la inversión ética, así como la transparencia y su vinculación con la ESS y con entidades de las Finanzas Éticas, entre otros.
En 2020, algunos ayuntamientos catalanes como Monistrol de Calders (Barcelona) o Capafonts (Tarragona) ya contrataron seguros gestionados éticamente a través de contratos menores. Pero no ha sido hasta finales de 2021 que una administración pública, en este caso el Ayuntamiento de Mataró, ha incorporado el sello EthSI como un criterio puntuable en dos licitaciones. A finales de febrero se notificó la resolución de los contratos públicos en los que la gestión ética y solidaria de los servicios de seguro ha sido determinante. Arç Cooperativa, parte del proyecto de intercooperación para la promoción del seguro ético CAES, será la correduría que gestionará estos contratos.
Esta apuesta se trata de una petición histórica del sello EthSI que pedía “incorporar más allá de los criterios técnicos, criterios éticos, sociales y ambientales” puntuables en las pautas de adjudicación. Desde el Observatorio de las Finanzas Éticas, se valora este hecho como un hito para una certificación nacida de la sociedad civil organizada. “Que el distintivo sirva para fomentar el consumo responsable dentro de las administraciones públicas y contribuya a dar mayor coherencia en las políticas es una muy buena noticia”, declara Sergi Salavert, coordinador del sello.
Al fin y al cabo, lo que demuestra esta resolución es que, con la voluntad política necesaria, se pueden poner en valor aspectos éticos, sociales y ambientales en las pautas de adjudicación de un contrato de seguro durante la elaboración de un concurso público.
Si reivindicamos unos seguros gestionados éticamente y promovemos que personas, entidades y organizaciones practiquen un consumo consciente cuando escojan un producto y entidad aseguradora, podemos exigir que la administración pública tenga en cuenta estos mismos criterios para el desarrollo de proyectos de contratación.
Seguros gestionados éticamente para un proyecto social y cooperativo
Otro de los aspectos más relevantes de la resolución de estas dos licitaciones del Ayuntamiento de Mataró es que supone el broche final a un círculo virtuoso entre administraciones públicas, ciudadanía, ESS y empresas mercantiles dispuestas a avanzar en materia de sostenibilidad social y ambiental.
Los seguros adjudicados corresponden al proyecto Lloguem! Yes, We Rent!. Se trata de una iniciativa impulsada por el consistorio catalán para la promoción de la vivienda de alquiler asequible en la ciudad. Con este proyecto, el ayuntamiento hace de puente entre personas propietarias e inquilinas, organizadas a través de Bloc Cooperatiu, la primera cooperativa de inquilinas de Europa, facilitando la rehabilitación de fincas antiguas, estableciendo mecanismos de seguridad para el cobro de los alquileres e incidiendo en el mercado de alquiler de la localidad promoviendo unos precios más asequibles.
El proceso de creación de la cooperativa de inquilinas ha contado con el acompañamiento de otras entidades referentes de la ESS y el cooperativismo, como la Fundació Unió de Cooperadores de Mataró, el Colectivo Ronda o la cátedra de Economía Social del TecnoCampus.
El Ayuntamiento de Mataró ha demostrado como una administración puede ejercer de agente económico tejiendo redes entre empresas y entidades de la ESS, ciudadanía y empresas convencionales a través de políticas públicas que tengan como objetivo el bienestar de la ciudadanía.
Por su parte, las entidades de las Finanzas Éticas, en este caso Arç Cooperativa, nos integramos como un elemento más este engranaje formado por la ciudadanía organizada, la ESS y la administración para promover una vivienda de alquiler asequible a través de una gestión ética y solidaria de los seguros a partir de criterios de CPR.
Como defendían Portabella y Ortega, la CPR supone un cambio de paradigma para que la “contratación pública ocupe el lugar que le corresponde como un instrumento político para el logro de la sostenibilidad económica, social y ambiental”. De este modo, se estable una coherencia entre la gestión de las decisiones de contratación y los objetivos de política pública.
Como reconoce Luigi Carinci, consejero de Contratación Pública de REAS Red de Redes, “esta inclusión de criterios éticos representa un avance significativo hacia una contratación más responsable y un hito en la toma en consideración de la certificación EthSI como referencia para la administración”.
Más allá de estar orgullosas de este hito, las entidades de las Finanzas Éticas y la ESS tenemos la obligación de leer esta noticia como una nueva oportunidad. Debemos seguir trazando estrategias de difusión y sensibilización y mantener nuestra apuesta formativa en el mayor número de ámbitos posibles.
Si los seguros éticos son una palanca de cambio y existe una oportunidad de impulsarlos a través de la CPR es nuestra responsabilidad liderar esta lucha para que las instituciones públicas, conscientes de su papel como agente socioeconómico, pongan en marcha políticas activas con carácter transformador. Al fin y al cabo, se trata de fortalecer una economía solidaria que sitúe a las personas, las comunidades y el territorio en el centro del circuito económico como única alternativa viable hacia la sostenibilidad.
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